miércoles, 12 de diciembre de 2012

Odio.

El más puro.
Retorcido.
Amargado.
Retrasado.
Malévolo.
Malgastado.
Maltratador.
Malnacido.
Malo.
Corre por las venas, pues la vida le va en ello. Obliga a sufrir a cada célula, cada minúscula partícula, cada enana molécula. Y se ríe, como un psicópata capullo sin hijos. Su sonrisa crece con el suplicio de sus víctimas. Y sus víctimas no entienden que es lo que sucede.
Lloran.
Cobardes.
Abandonadas.
Solas ante el peligro.
Que pena me dan, las pobres.
Tristemente, no.
Todo lo malo de este mundo procede de algún lugar. Por qué pensar que sus víctimas son libres de haber torturado a otro. Probablemente hayan hecho lo mismo, y de forma peor: sin darse cuenta. Capullos gilipollas. No tenéis ninguna razón de ser. Y ahí seguís.
Ahora mismo mis lágrimas se esconden detrás de mi cerebro, allí donde nadie, salvo yo, recuerda su paradero. Así se pudran. O se transformen en lo que más sean capaces de odiar y temer. Estáis solas. Como yo. La solución es el odio, compañeras. Dejaos llevar por el dulce manto de la locura. Ella os cantará. Se reirá de vuestra tristeza. Y os volveréis psicópatas, como yo. ¿No os gusta el hermoso brillo de una hoja bien afilada? ¿No os atrae el abismo cuando miramos hacia abajo en un acantilado? ¿No se os ha ocurrido nunca lanzaros desde un alta ventana para ver si voláis?
Al fin y al cabo, hemos nacido para morir. Siempre, desde el mismo momento en el que se nos concede el milagro de la vida, en el sufrimiento de nuestra madre, estamos condenados tanto a una cadena perpetua como a muerte. A la vez. Los que inventaron el Carpe Diem como forma de vivir eran muy optimistas. Tal vez así la felicidad nos haga sonreír a la hora de nuestra muerte.
"Cuando naces, todos a tu alrededor ríen y tú lloras; vive la vida de tal forma que, cuando te mueras, todos a tu alrededor lloren y tú rías."
No soy una psicópata.
No me gusta el sufrimiento.
No me gusta el odio.
No me gusta el mal en las personas.
No me gusta la injusticia.
No me gusta el abandono.
No me gusta la soledad.
No me gusta la sociedad.
Me gusta la humildad del ser humano, y en esto me estoy convirtiendo.
¿Que la culpa la tiene la sociedad?
Muy mal. Mi infancia fue terrible y no por ello culpo de todo al colectivo.
La culpa es mía. Por dejarme llevar por la corriente.
Una corriente tan fuerte, que destroza vidas hasta alcanzar su objetivo.
Pero aún me quedan fuerzas para nadar río arriba. No sé durante cuanto tiempo.
Lo importante ahora, es que espero no ser la única que consiga alcanzar la cima, el principio del río. El comienzo del todo y de la nada.
Venid conmigo. Transformemos la corriente. Hagamos que cambie su destino.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Hobbes.

Ámote.
Coma se a vida me fose niso.
Eu sei, ademais de que non sei nada, que é real o que nós vivimos.
Ante todo, cóstame crer que existimos.
Somos tan diferentes, e tan parecidos.
Abrázome a ti todas as noites sen deixar de pensar que estás aí, que podo contar contigo.
Soño contigo.
Acórdome de ti cando vexo calquera cousa, sempre hai excusas.
Boto de menos a miña antiga infancia, si, pero terte ó meu lado e moito máis que coñecer un salvavidas.
Ámote.
E por iso, querido Hobbes, meu querido peluche, nunca xamais te deixarei só.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Soldados.

Fantásticos. Todos nosotros.
Magníficos en cada molécula; perdidos en medio de un mundo lleno de codicia y odio; brillantes y hermosos, inteligentes y bondadosos. Mágicos en cada momento.
Humanos.

Charles Chaplin: El Gran Dictador, El Gran Discurso:
Lo siento, yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio. No quiero mandar ni conquistar a nadie. Me gustaría ayudar a todos, a ser posible. Judíos, gentiles, negros, blancos... Todos queremos ayudarnos el uno al otro, los seres humanos somos así; queremos vivir por la felicidad del otro, no por su miseria; no queremos odiarnos o despreciarnos el uno al otro. En este mundo hay lugar para todos. ¡Nuestra tierra es rica y puede proveer a todos! La forma de vida puede ser libre y hermosa; pero hemos perdido el rumbo. La codicia ha envenenado el alma del hombre, ha dividido al mundo con barricadas de odio, nos ha sumergido en la desgracia y en un baño de sangre. Hemos desarrollado velocidad, pero nos encerramos en nosotros mismos. La maquinaria que nos da abundancia nos ha dejado en la indigencia. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos, nuestra inteligencia, duros y descarados. Pensamos demasiado, y sentimos demasiado poco. Más que maquinaria necesitamos humanidad, más que inteligencia, cortesía y bondad. Sin estas cualidades la vida será violenta, y todo estará perdido. El avión y la radio nos han acercado entre nosotros. ¡La naturaleza misma de estos inventos clama por lo bueno que hay en el hombre! Clama por la fraternidad universal y la unión de las almas. Aún ahora, mi voz llega a millones a través del mundo, millones de desdichados hombres, mujeres y niños; víctimas de un sistema que lleva al hombre a torturarse entre sí, que encarcela personas inocentes. Para aquellos que pueden oírme les digo: ¡No desesperen! La miseria que nos aleja ahora, es solo la agonía de la codicia; el resentimiento de hombres que temen el progreso de la especie humana. El odio del hombre pasará, y los dictadores morirán; y el poder que le arrebataron al pueblo, ¡volverá al pueblo! Y mientras los hombres den la vida por ella, la libertad no ha de perecer. ¡Soldados, no os sometáis a las bestias! ¡Hombres que los desprecian y esclavizan, que en nada valoran vuestras vidas, y que les dicen qué hacer, qué pensar o qué sentir! ¡Quien os martirizan y os tratan como ganado, como inútil carne de cañón! ¡No os sometáis a esos engendros! Mitad máquina, mitad hombre con mentes de máquina y corazones de máquina. ¡No sois máquinas, no sois ganado! ¡Sois hombres! Y en vuestros corazones albergáis el amor por la humanidad. Vosotros no odiáis, solo los no-amados odian; los no-amados, los desnaturalizados. ¡Soldados! No peleéis por la esclavitud, peleen por la libertad. Ya estaba escrito en el capítulo 17 de san Lucas: El reino de Dios está dentro del hombre. No solo en un hombre, ni en un grupo de hombres; ¡en todos los hombres! ¡Y vosotros, vosotros el pueblo tenéis el poder! El poder de crear máquinas, de crear felicidad. ¡Vosotros, el pueblo, tenéis el poder de hacer esta vida libre y hermosa! ¡De hacer de esta vida una aventura maravillosa! Entonces, en el nombre de la democracia... ¡Usemos ese poder! Unámonos todos, peleemos por un nuevo mundo; un mundo decente, que le de al hombre una oportunidad de trabajar, que les de un futuro, y a todas las edades seguridad. Prometiendo estas cosas fue como las bestias llegaron al poder, ¡pero mienten! No tienen ninguna intención de cumplir la promesa. ¡Nunca lo harán! Los dictadores se liberan a sí mismos, pero esclavizan al pueblo. ¡Luchemos ahora nosotros por cumplir esa promesa! ¡Luchemos para hacer al mundo libre! Para acabar con las barreras nacionales, para acabar con la codicia, el odio y la intolerancia. Peleemos por un mundo en el que gobierne la razón, un mundo en el que la ciencia y el progreso conduzcan a la felicidad entre todos. ¡Soldados, en el nombre de la democracia! ¡Unámonos todos!


viernes, 19 de octubre de 2012

Vete.

Dicen en mis oídos que es el último adiós, yo no me creo nada. Vivo en una jaula nada divertida, que viaja conmigo allá donde voy.
Podría echarme a llorar ahora mismo, pero entonces ella ganaría y no sería el último adiós.
Creo que aunque no llore, ella ya ganó. Me envuelve; ha encontrado la llave de mi prisión y ahora no me quiere soltar, sus brazos me rodean aplastándome entre los dos grandes muros de no sentir nada; los abrazos no deberían ser así.
Tengo una enfermedad mental real que hace que confunda lo falso con lo verdadero. Me amarga todas las noches, y ya no estoy segura de si dicha enfermedad existe.
Ella sigue abrazándome en la oscuridad mientras el egoísmo me señala riéndose y repitiendo un asqueroso "ya te lo dije". Ahora se han montado un puesto de vigilancia, él y el pesimismo, en frente a la ventana de mi habitación.
Ella me aprieta cada vez más fuerte, pero solo consigue que oiga aún más intensamente las carcajadas de los de fuera.
Maldito optimismo esperanzador, le has hecho una copia a la llave que te confié y ahora la tristeza se ha encerrado conmigo; parece que quiere abrazarme para siempre.

jueves, 30 de agosto de 2012

Oui, oui.

Andando por la calle. Sin reglas, sin normas, sin detenerte, y no al ritmo de un caracol precisamente. Ese ritmo, que no cese. Vamos, vamos. Todos sabemos ya, lo listos que somos, lo malos que somos y lo buenos que podemos ser. Venga, venga. Esa sonrisa, que se vea, ¿a qué me recuerda? A los pasos de baile que no cesan allá donde mires. Chasquea los dedos, mueve las caderas, ríete de tu cara de concentración. Ese bajo, que no deje de sonar, es el que manda. Al poder, esa cabecita que no deje de moverse; esos labios que no dejen de sonreír. Arrugas, arrugas. Nosotros mandamos. Trompetas, guitarras, teclados, cuerdas, voces. Ritmo, ritmo. ¡Uh! Seguimos caminando, amigos míos. Que no cese, este es el baile sin fin, el camino de la vida, el río que se olvidó del mar. Vamos, vamos. Nosotros podemos. El pelo que te impide ver con claridad, las lágrimas en los ojos de tanto llorar de risa. Colegas, no hace falta ni mirar por las ventanas del alma. Quién necesita mirar si puede verlo todo. Caminando sin fin, tíos. Andando, desplazándoos.

 Me gustaría dedicar con honor, firmeza y felicidad; esta feliz canción del alma, a esa mujer cuya sonrisa se le escapó a su control. Pude ver, incluso atravesando sus gafas de sol, cómo le brillaron los ojos. Me levantaría y la abrazaría, pero cuando encuentras a un ser tan nada común, la conmoción te inmoviliza. No sabes cómo actuar, y eso es lo que lamento. La habría ahogado en mis frágiles brazos para enseñarle que me encanta su forma de ver la vida. Para describir mejor lo que ocurrió, diré que, como tres macarras sin corazón, nos dedicábamos a ensuciar la calle; esta mujer, a la que intenté mirar cuando cruzó delante de nosotros, sonrió sin quererlo, con esas sonrisas que te obligan a decir  "Ouhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh". Me gustó esa pitufa escondida como malamente podía. Me gustó. Y ese escalofrío, similar al del primer amor, te recorre... a tu corazón regresa la esperanza como un potente martillo que te hace chillar:
¡EXISTES!
Te busqué, gracia mía. Hasta hoy te busqué, y no me podía creer que siguieses ahí, escondida muy hábilmente, maldita pícara. ¡Sabía que regresarías! Yo que pensaba dar a la humanidad por perdida y maltratada, ya fuese por el exceso de contacto con endemoniados seres, o por la fuerte corriente del río. Admitámoslo, esperanza de mi corazón, habías desaparecido de un día para otro sin enviar ni una triste postal. ¡Y te maldigo por ello! Pero ha sido tan agradable tu vuelta, que incluso ha merecido la pena.

Caballeras y damos, la humildad y la bondad están ahí. Busquen en el interior de sus iluminados corazones. Encuentren su verdad, su sinceridad, y con todo ello, su música interior; o como se dice comúnmente... Su felicidad.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Por favor.


Como últimas palabras no han estado nada mal, Verdad mía. ¿Sabes? Siempre pensé que eras relativa a quién te viese, pero la verdad es, que es siempre la misma esencia la que se ve, lo que varía es el ángulo de consecuencia. Eres divertida y malvada a un tiempo, mi Verdad. Me has hecho sufrir, pero siempre ha merecido la pena enseñarte la luz, para evitar más sufrimiento.
Nunca soñé con comprenderte, las cosas simplemente ocurren, no tiene porqué tener lógica. Pero hoy decidí castigarte hasta que probases a aprender la lección. De mis manos se escapó la Ira, el Odio, la Maldad, y la infinita Culpabilidad. Mi fuerza estaba mal calculada, creyendo yo que me sería imposible fallar, que te quería demasiado. Pero soy Humano, y como tal, la vista se nubló.
Te adoré, como a una diosa, como a un bello ser, como a mi ama.
...
Estás muerta. Dime quién me obligó, por dónde se han ido los culpables. Yo nunca quise. Eres quién mantiene cuerda mi esencia, quién me recuerda dónde están mis pies, el que me regala algún globo que luego explota por sorpresa; que nada es eterno... Excepto tú. Así que por qué.
No lo entiendo.
¿Será cierto que te he maltratado a lo largo de los años?
No lo sé. Ya no sé nada, porque no estás para enseñármelo. Dime, ¿es culpa mía? Lo es, ¿Verdad?
Deberías estar aquí conmigo, golpeándome por manipulador despreciable. Decidí guardarte en un cajón el día que decidí que podía vivir sin ti, que yo podía crear mi propia Realidad. Me equivoqué, y ahora es demasiado tarde para rectificar.
Errores.
No se aprende de los errores si la cometido es inrremediable.
No has sido tú, ¡he sido yo! Siempre yo, sin molestarme en escucharte, ni en comprenderte, ni en verte.
Porque no eres cualquier dios, cualquier melodía o cualquier objeto, eres la tierra por la que camino; ¿quién hará estallar el globo en el que floto ahora?
Creí evolucionar, mejorar con el tiempo, pero no he aprendido nada de mi pasado. Mírame, creando sindicatos y políticos. No sirve ninguno para nada, porque ya no estás, y no le recuerdas lo que hay, lo verdadero, lo real.
¿Por qué no vuelves? Deja de ocultarte, estoy muy seguro de que sigues escondida por ahí, ¿verdad? Sí, te has ido de paseo con tu amigo Corrupción; pero él es de fiar, ¿Verdad? Yo no confío.
Vuelve pronto, por favor. Sabes que nunca quise hacerte nada. Por favor, compréndeme. Por favor. Regresa, no todas las partes de mí son iguales. Por favor, Verdad, olvida la oscuridad en la que te encierro con cadenas cada día, olvida los sueños que Corrupción te obliga a soportar, deja de llorar por ver cómo soy un monstruo sin control. Por favor, Verdad, no me dejes. Nunca quise. Por favor.


No puedes hacerme esto.
No, no puedes. Por favor. Sabes quién soy, sabes qué es lo que merezco. Sabes que sólo quiero lo mejor para ti Humano, sabes qué es lo que eres. Sabes lo que se debe hacer, no quieres hacerme esto. Humano, olvídate de Violencia, vamos regresa conmigo.
Por favor.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Olvido.

Desde tiempos inmemoriables, mi corazón ha estado esperando, esperando el momento adecuado a sonreír por una buena causa; el momento adecuado para sentir que late por alguna razón. Ante cualquier imprevisto, parecía que mis días vivían en un contador imparable, siendo mis ojos obligados a mirar allá donde no quería ver: el final del túnel, la luz de la muerte, las estrellas caídas, los niños sin cajas.

Me gusta soñar, porque mientras lo hago puedo recordar qué es lo que vivo, lo que siento, lo que deseo. Desgraciadamente amanece demasiado pronto, y de mis sueños nunca puedo disfrutar. A veces pienso en cómo será el fin que tanto se acerca, en si será un eterno sueño...

Mis lágrimas no son saladas, mis lágrimas no son tristes, mis lágrimas solo llaman, buscan a aquel que las comprenda, que las consuele, aquel que le deje gritar, aquella que le abrace con fuerza. Sólo un hombro dónde ocultarse, un estúpido hombro inmóvil que te sujete y soporte, que te ayude a caminar, que te ayude a reír aunque esa sonrisa no sea para él o ella.

Me gustaría poder tener la seguridad de que recordaré lo que aquí describo; mis penas, mis alegrías, mis desilusiones y mis sueños. La realidad es que no lo haré, y por eso esta carta quiero que la tengas tú. Amor de mis amores, rechazo de mis ojos, abandono de mi corazón. También de ti me olvidé, pero me olvidé de conocerte. Todos los días por la mañana, todos y cada uno te veía cruzar ante mi ventana, en la que me escondo del horror interior. Tus ojos se quedaron fijos en los míos y yo sentí un cosquilleo. Tú sonreías y seguiste caminando. Yo salté por la ventana, todos los días lo hago. Te seguí, allá donde tus tacones sonaban. Apenas si llevaba yo ropa, solo un roído camisón y unos pantalones vaqueros muy gastados y despreciados. Todos los días tengo la misma ropa, porque todos los días olvido que ya no me queda nada más que vestir. Al seguirte un día, me esperabas en una pared que no vi, y me besaste sin tener en cuenta quiénes somos, quiénes fuimos o el mundo en el que vivimos. Nuestros corazones latían con velocidad asombrosa; pies descalzos, tacones altos, y las dos éramos iguales. Y tan diferentes.

Olvidé, como de costumbre, saludarte hoy por la mañana. Ya no recuerdo el día que te vi por primera vez, ya no recuerdo nada.

domingo, 19 de agosto de 2012

Piedras bajo las que esconderse.



Siento tener que apretarme el cinturón en cuanto a ideas alocadas pero, la libertad se ha fugado. Señoras y señoros, siento ser yo la que tenga que anunciarles que así es; aquello por lo que algunos luchan y que otros creen poseer, huye de nosotros, los seres más racionales de la Tierra.
Sin ir más lejos ustedes mismos al atreverse a leer esta mancillación a la cultura general, me han criticado desde su interior por formular esto como una broma. ¿De dónde habrán quitado esa estúpida idea? Yo se lo diré.
De señoros.
Porque así es, la Real Academia Española considera correcto escribir güisqui; pero podría amenazar la existencia de mi mano derecha para demostrar que en un futuro la palabra señoros, sustituirá a señores. Opino que las explicaciones carecen de valor, todos tenemos el coeficiente intelectual lo suficientemente experimentado e irracionalizado para comprenderlo.
En cuanto a independencia, libertad, derechos, deberes, constitución y un largo y estúpido etcétera; afirmaré sin miedo alguno a equivocarme que estamos viviendo una gran mentira. Todo lo que sufrimos diariamente no son más que farsas, falsedades, hipocresías, estupideces sin fundamento, injusticias por doquier. En nuestro vocabulario existen más expresiones religiosas que cualquier razonamiento impuesto por la lógica. ¿Por qué? Fácil y sencillo. Supongo que debido a esta sutileza sí tendré que explicarlo.
Seamos francos. La ilustrísima Iglesia, se ha molestado desde el comienzo de los tiempos en ser nuestra CIA particular. Manejar los trapos sucios, encauzar el río, guiar cual pastor a las pobres e ingenuas ovejillas que se han perdido en el monte. Existen muchas comparaciones y sinónimos referentes a esta situación. ¿Quién no se ha percatado? Dios.
Este Señor, al que algunos respetan e idolatran como ni a sí mismos; en el hipotético caso de su existencia pendiente de demostrar, ha sido mancillado su nombre y significado. Desde un punto de vista católico, simboliza, sin ánimo a ofender en ninguna de las letras escritas, la perfección.
Ingenuos humanillos...
Tendría que dedicarme a demostrar con fundamento todo lo que me estoy molestando en relatar pero, ¿en verdad lo vemos necesario? Yo creo que no. Dediquemos unos segundos de nuestra interminable vida a exprimirnos el cráneo para encontrar el lugar vacío y lleno de polvo en el que se encontraba en algún pasado evolucionado nuestro cerebro.
Somos unos seres sin justificar. Unos okupas del universo. Todos nosotros.
Políticos, banqueros, vagabundos, vendedores de cualquier clase, trabajadores de poca monta, escritorzuelos, músicos profesionales y ya no tanto, grandes pequeños medianos y enanos empresarios, niños, adultos, adolescentes, bebés, ancianos y robots.
Malditos desastres de la creación. Un invento. Vivimos un maldito invento. ¡Que caiga la ira de Dios sobre él!
Y el universo se calcinó.
De verdad, pequeños saltamontes, hemos de percatarnos de una vez por todas. Abramos los ojos, por favor.
Nadie sabe a ciencia cierta, todavía, de donde proviene todo lo que vemos día a día. Pero lo que sí podemos confirmar con seguridad, es todo lo que ha sido creado bajo nuestra orden y juramento.
La religión fue creada por humanos, los nombres, el idioma, la corrupción, la rebelión, los objetos cotidianos, el techo bajo el que vivir, la forma de alimentarnos.
¿Y nuestras raíces? Esos arboluchos que maltratamos cada vez más, esa naturaleza en la que nos basamos para sobrevivir desde tiempos inmemoriables; esa, se está muriendo y esas, son nuestras raíces. Nos estamos destruyendo a nosotros mismos.
No sabemos cómo comportarnos, cómo devolver la vida a la muerte sembrada por todas partes y más, cómo descubrir aquello que parece no existir sin una pisada de humano justo en medio donde se vea bien bonita, cómo creer en cualquier tipo de creencia ya que al cabo de unos siglos terminará existiendo alguien lo suficiente poderoso para volver corrupto todo el sistema; no sabemos cómo pensar.
Aquello que llamamos orden, el papeleo, las palabras pronunciadas y grabadas por desconocidos que jamás regresarán al ángulo óptico de nuestra mente, personas que nos representan como ciudadanos e igualan nuestra opinión.
Maldita falsedad. Puedo olerla, está por todas partes.
Existen muchos tipos de personas, muchas versiones y desde luego una cantidad incontable de perspectivas.
Humanuchos, qué os creéis que vais destrozando a vuestro paso todo lo que véis.
Descrubid la belleza, buscadla al menos.
La única sensación semejante a la libertad que algún día podrá cualquiera de nosotros demostrar que sintió, será el día en el que nadie en absoluto conozca nuestra existencia ni nuestro nombre sin ser previamente informados por nuestra persona.
Pero no está todo perdido. Un pequeño atisbo de esperanza brilla en los corazones de cada uno, pero es parpadeante como las estrellas y en cualquier momento puede haber muerto sin habernos dado tan siquiera tiempo ni a verlo ni a evitarlo, como la muerte de una estrella.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Luz.

¡Espléndida, fantástica, brillante y estupenda!
Así es la luz que estamos hartos de ver. Deslumbrante, bella... Indescriptible a pesar de los en exceso adjetivos. Jamás me podré olvidar de aquella oscura noche en la que creí que nunca volvería a disfrutar de aquella luminosidad tan atrayente. No fue ninguna nave alienígena, no fue ninguna farola estropeada. Aquello solo fueron mis sueños hechos realidad.

Una pequeña placa de hielo y fuego recubría un pequeño haz de luz. Luz azul. Reflejaba rojo y blanco en todas direcciones; allí, en medio de la calle, sin motivo alguno. Estaba maravillada. Mis ojos, jóvenes y crédulos no podían expresar más emociones; mis dientes, aún sin crecer del todo, estaban a la vista, pues mis labios sonreían hasta estirar la mayor parte de un pequeño e infantil rostro.

Aquella estrella flotaba delante de mí, en el agua. Había un lago, estaría destrozado por las desgracias terrenales, lleno de basura y deshechos, pero nadie había mancillado aún aquellas aguas cristalinas. Yo estaba sentada, como de costumbre, al borde; sintiendo cómo la hierba acariciaba la raíz de mi pelo y cómo los grillos cantaban un poco más allá. Muy pocas luciérnagas se veían. Yo movía los pies en el agua para dejar de sentir el frío. Mis ojos se dejaban llevar por los diferentes azules de la noche. Hasta que una estrella cayó.

Literalmente.
Pensé que era la ceremonia de despedida de algún olvidado planeta, o algo similar que nadie pudiese aprender; pero es, que lo que a mí me parecía una muerte, era una bienvenida. Al arder el hielo de la placa de su alrededor, la estrella parecía querer engrandecerse, pero era la placa de hielo, unida a la ardiente, la que impedía que explotase y transformase el lago en lo que nadie quería que fuese.

No era solo belleza. Era como una pequeña pelota informe que se balanceaba cual columpio encima del lago. Parecían dos, reflejándose en la impoluta agua. Bostecé sin quererlo, aquel balanceo era como una hipnosis, como miles de escalofríos brillantes que retorciesen mi cuerpo haciéndome cosquillas por dentro. Reí unos segundos y volví a dejarme caer, de lado, sin dejar de mirar la luz, más bella que la Luna. Entonces el sueño comenzó, y ya no se alejó; porque todas las noches, me despertaba, solo para ver la imperfecta luz que cantó para siempre.

martes, 14 de agosto de 2012

Bloc de Notas.

Querido bloc, hoy me olvidé de escribir. Me arrepiento como de no haberme levantado ayer. La vida siguió pasando y no esperó por mí como pretendía que hiciese; las cosas siguieron su curso: la gente se suicidó de todos modos, los novios se casaron, las furcias se pelearon, los políticos robaron, y los pobres se quejaron. No hubo cambios en este desgraciado y bello mundo en el que hay tantas historias, que siempre parece ser la misma.

Cuando algo es tan terriblemente cambiante, al ojo humano parece ser todo siempre semejante.
He intentado no olvidarme de ti, cuando siempre te roban y te tiran, te olvidan y crucifican. Querido bloc, ya no sé dónde encontrarte. Siempre te he contado y dibujado todas mis alegrías. Mis distantes distinciones. Mis diferencias con el mundo que se ve, mis variaciones del mundo común.

¡Ya me aburrís! Sois unos bipolares maleducados. Ni vuestros dioses os reconocerían. Solo a vosotros se os ocurre. Quién tendría ganas de ver que sus ratas de laboratorio se habían convertido en sanguijuelas devoradoras de otras sanguijuelas en unos pocos siglos. Ni siquiera hacéis eso divertido. Con lo fácil que sería enviaros a todos por el Gran Retrete. Sí, el Gran Retrete. Ese que llaman comúnmente el triángulo de las Bermudas. Que no sé porque le gustan tanto los triángulos a esos pantalones nada cómodos.

Bucad algo que hacer, y no formas de marcar con dibujitos estúpidos los sitios que pisais. Es mucho más divertido y estimulante criticaros que pertenecer a vuestro rebaño. 

martes, 7 de agosto de 2012

Muro.

Vaya, me había olvidado de ti. De tu frustración constante, de tu desesperación por desear; desear no existir. pero qué tortura tan dolorosa es el anhelarte. Nunca me gustaste, ni me gustarás jamás, porque cada vez que te busco, es mi corazón el que grita en soledad; buscando silencio, buscándote, a ti.


Porque siempre supimos que lo nuestro era imposible; y ahí estás cuando me entristezco, y ahí estás cuando mis ojos se derriten, dándome siempre razones para sufrir. Porque sabes que sólo así te desearé, que sólo así querré disfrutar de tu compañía.


Eres el eterno escondido.
Allá donde no te busco, apareces y me torturas. Con esos ojos, siempre inexpresivos, siempre faltos de todo y de todos. Tu omnipresencia no es divina, ni maligna; no es nada, porque eso es lo que tú eres: nada.

Me has hecho creer que siempre fuiste mi compañero, cuando mis actos se volvían desesperados por hacerte desaparecer.

Tu compañía no es calurosa, reconfortante ni acogedora; sino repulsiva, odiosa y cómo no, rutinaria. Provocas en mí, ganas de deslizarme como una serpiente por el camino de la vida, para no notar las rocas que me golpean.

No es a ti a quien anhelo, brujo sin corazón. Es el azul que me protege de ti cuando sonríes. Porque tu sonrisa no es de felicidad, es el indicador de una intromisión en mi pobre y débil mente, que está por llegar. Puedo escuchar tu aliento: siniestro, profundo y mortal. Eres ceniza, aquello de lo que venimos y en lo que nos convertiremos.

Pero me niego a dejarme llevar. Me niego a dejar que mi amor azul me proteja. Tú eres nada, y yo soy todo; y así es como de mi mano caminará el azul, y de la tuya el olvido, en una lucha infinita sin batallas que recordar.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Epicidad.

El bien contra el mal.
Demasiado típico.
La luz contra la oscuridad.
Demasiado típico.
Los guapos contra los feos.
Demasiado típico.
Los débiles contra los fuertes.
Demasiado típico.
Los ricos contra los pobres.
Demasiado típico.
Los graciosos contra los tristes.
Demasiado típico.
Los locos contra las cuerdas, perdón, contra los cuerdos.
Demasiado típico.

Hola. Somos los de abajo, y vamos a por los de arriba.

jueves, 5 de julio de 2012

Creando casitas.

Como en una enorme colmena, casi nadie se ha fijado ya, en cada pequeña abeja obrera, que no oveja.
La vida es bella, jóvenes obreras, siempre lo ha sido y siempre lo será. Vuestro gran honor será enseñar los dientes, sin gruñir por supuesto.
Voy a enseñaros a jugar a un juego. El juego más divertido de todos, tenéis que intentar aguantar la risa, ¿conseguido? No me cabe duda. Ahora intentad seguir aguantándola, si eres más de una persona te empezará a costar. ¿Sabes qué? A mucha gente le gusta desfilar, y aún no he descubierto porqué, ¡no tiene sentido! Les gusta andar como un montón de patos patilargos. Oh, ¿sabías que los pingüinos llevan constantemente esmoquin? Pf, no entiendo esa manía por cambiarlo todo para conservar más. ¿Te has fijado en la paradoja? En la lengua castellana, últimamente se dedican a realizar cambios que no gustan a nadie.
Entre nosotros, yo creo que tienen miedo de que los despidan por no hacer nada, así que se dedican a inventar trabajos.
Qué guay. ¡Inventemos trabajos! Me gusta el de quemar oxígeno. Aún no sé si produciría alguna explosión, pero me gustaría averiguarlo delante de la puerta del congreso.
Ah, y yo decido dónde pongo mis mayúsculas, ¡qué clase de brujería es esta! Si es que debería quemarlos a todos en la hoguera, por brujos. ¿Que por qué? Demonios, tienen dinero y de repente lo hacen desaparecer. ¡Eso solo es obra de magos malnacidos aliados con Lucifer! Oh, rayos, no debía pronunciar su nombre más de tres veces delante de un espejo o vendría a por mí.
Pero si aún no lo he hecho...
Lucifer, Lucifer, Lucifer.
...
Otro mito que no sirve para nada. Como ese de Tierra Trágame. La tierra no traga, ¡tooontos! La tierra engulle. Lo que no sé es si hace la digestión.
¿Te has fijado en que somos los únicos que necesitamos palabras para las cosas? Humanos específicos. ¿Ves? Me he confundido de palabra y ya no sabes a qué demonios me estoy refiriendo. Bendigo al demonio por haber creado palabras genéricas como cosa, eso, esto, chisme, coso. Me gusta mucho la manía esa de las madres, padres, abuelas y abuelos de cambiarle el género a las cosas. Muestra un desprecio por el idioma que no puede más que hacerme reír. "Ni playa, ni playo." Son de un sala'o.
Por cierto, ¿cómo llevas el aguantarte la risa? ¿Se te había olvidado ya? A mí sí, lo siento. No hay premio. Y tampoco lo siento.
Sentirlo es inútil e inservible.
¿Te han dicho alguna vez qué palabras son las más difíciles de pronunciar? Claro que sí. Seguro que consiguieron meter en esa frágil cabecita tuya, que lo más difícil de decir eran tres cosas: "Te quiero, Gracias, Perdón"; pero apuesto también, a que no te explicaron porqué y dejaron que creyeses semejante tontería hasta que llegases a encontrarte con alguien tan terriblemente toca-nervios como yo. Y sí, me invento palabras.
Decir te quiero puede considerarse difícil si no has aprendido a amar como aprendiste a divertirte de pequeño (si tampoco aprendiste a divertirte ya tienes un problema grave que solo podrás resolver con una dosis razonable de chocolate). Sé como el que más, que en el fondo siempre quisiste tener un motivo para decir esos tres chismes. Sinceramente, quieres más de lo que crees; si no lo dices es porque no sabes qué jopetas significa. ¿Has visto? Otra vez una palabra inadecuada. Siendo totalmente sincera, esas dos palabras no tienen porqué pronunciarse si a quien quieres lo sabe y se lo demuestras de vez en cuando. Las palabras son mágicas, poseen un poder invisible a cualquier ojo sencillo. Tienen sus propios colores, su propia esencia, su propio significado; y somos los únicos que las necesitamos. Qué cosas, ¿eh?
Decir gracias no es más que un gesto de "educación", algo que nunca comprenderé del todo. Educación es el cómo te educan, cómo te enseñan a ver el mundo, ¿no? En ese caso, no todo el mundo tiene la misma educación, porque no todo el mundo ve la vida de la misma forma, obviamente. Así pues, la educación no posee un significado completo ni para nada complejo. No se puede presuponer por tanto, que al agradecer algo sea necesario expresarlo en voz alta: una mirada, un gesto, una sonrisa, un guiño de ojos, una broma, o una muestra de aprecio pueden significar incluso más que un gracias. Tu problema es que nunca te paras a pensar las cosas, porque es muy cansino... ¡Serás vago! Ya me da igual que seas mujer u hombre, ¡ni vagos ni vagas! Párate a pensar un segundo si merece la pena expresarlo todo con palabras. ¿No has necesitado nunca un bello abrazo? En vez de dar las gracias de palabra, que puede no significar nada, puedes sonreír sin decir nada y abrazar al ser a quién algo le debes, más que un agradecimiento apalabrado.
Decir perdón no se diferencia en nada, pequeños saltamontes. ¡Qué perdón ni qué perdona! ¿Te has reído alguna vez en un funeral? Yo sí, y no he pedido perdón. ¡Respeto! Ah... Eso es otra cosa. Menuda mueca de indignación tienes en la cara, deberías verte. ¡Ya te reirás, ya! Entonces yo me indignaré. A ver, joven jedi, qué clase de gusanos te están digiriendo el cerebro para que hayas decidido verlo todo como lo ve la gente que no piensa. ¡Si ya vas mayorcito para pensar por ti mismo! ¿No te parece? Cómo muy bien dije, mi querida abeja obrera, la vida es bella. Si te detienes para disculparte ante cada pobre flor que no ha sobrevivido a tu paso, no disfrutarás del cielo azul que cae sobre tu cabeza. ¡Despierta! Vamos, vamos. Esas neuronas, que yo sé que saben bailar salsa como espagueti el que más. Disculparse carece de valor. Aunque respetes a una persona... Aish... A ver, cómo te explico yo esto para que lo entiendas: imagínate que hay una hormiga que trabaja mucho siempre, y una cigala que no hace nad... Ay, demonio, que eso es una fábula. Mejor, imagínate que tienes un mejor amigo de toda la vida, te conoces su historia desde antes de nacer y sabes dónde tiene la marca de nacimiento. Se le ha muerto la madre. Está destrozado. ¿Le quieres? Claro que lo haces. ¿Se lo has dicho, o agradecido alguna vez? ¿Con palabras? Oh, no estoy preguntando eso. Imagínate que algún imbécil te cuenta un chiste en su funeral, imagina que te rías, y ahora imagina que tu amigo se enfada. Le pides perdón, y te perdona porque sabe que le quieres igual. ¡Estupideces! Oye, no tengo nada en tu contra; pero si de verdad quieres a un amigo, en vez de reírte por semejante tontería, coges y te pones en su lugar, como si te hubiese muerto la madre, no tendrías tiempo para chistes. Claro que, si tu amigo es un coñero impresionante, que ya se ha dado cuenta , porque se ha parado a pensar, de que todo el mundo muere, ¡entonces claro! Y ni una disculpa sería necesaria, abejita mía.

¿Te acuerdas del juego? Yo tampoco. Ríete, que es bueno; ¡adelgazas!

martes, 3 de julio de 2012

Otra vez.

He recuperado la fe en la humanidad cuando pensé que el futuro se había convertido en un abismo sin retorno. El rostro de felicidad que un hombre muestra al recibir un acto sincero de caridad, es la más pura muestra de que la esperanza existe.
El supermercado de un pueblo que ni siquiera se conoce a sí mismo, ese supermercado posee una de las personas más amables que quizá se pueda ver en los alrededores.
Definitivamente, las situaciones extremas enseñan la realidad; la realidad que existe en el corazón de cada ser vivo. Ya sea la más maldita indiferencia del que no merece llamarse humano, o la más humilde de las comprensiones.
El oprimido oprime más que ideas, sentimientos o actitudes, oprime la verdad; la relativa verdad, que como un niño, un ingenuo niño al que han herido, huye en cuanto puede bajo la protección de su máscara, creada por mentiras. Ese niño, la verdad, se oculta tan bien, que muchos ya no creen en ella.
Simplemente, somos muchos los que tememos al orco que no es más que un pequeño ser asustado, ese que insulta y rechaza todo aquello novedoso y desconocido a sus ojos. Llorosos ojos.
No es pena, lástima ni indiferencia; es estupidez lo que hay al ocultar que los ogros somos nosotros; tan asfixiados en nuestra burbuja inventada, que cuando sacamos débilmente la cabeza para respirar aire puro, es tan intenso, tan puro, tan único... que gritamos por miedo y volvemos a la burbuja.
Algunas clases de personas sonríen, y pinchan su habitáculo hasta liberarse de esas cadenas invisibles.

Te lo dedico a ti mi azul; sé que sabes quién eres, quiero que cada vez que veas algo azul recuerdes lo mucho que te quiero, lo mucho que me acuerdo de ti. O meu ceo azul, isto dedícocho, porque non sei facelo mellor, e porque toda esperanza ou bondade me recorda ó teu corazón.

viernes, 29 de junio de 2012

Sabela.

Sabela espertou a mañá seguinte sen saber onde estaba. Case un par de segundos despois recordouno á perfeción. Na súa casa perfecta, nas súas sábanas perfectas, na súa postura perfecta, na súa vida perfecta. E dentro da súa perfección, a súa cabeza era un baúl roído e desordenado polo tempo; perdera a chave había anos. Esa mañá apetecíalle ler un conto ós rapaces da gardería. Así que foi o que fixo nada máis chegou. Os rapaces prestábanlle atención só polo cor das súas unllas, as das mans amarelas, e as dos pes, laranxas. Alí estaban todos descalzos, entre coxíns, acomodados, e nun ambiente máis que familiar.


-Deixade que vos conte a fermosa historia de dous irmáns, unha rapaza-sinalou ás rapazas unha por unha, para facelas participar-e un rapaz-repetiu o xesto cos rapaces.-Vivían sós, no río. Non recordaban ós seus pais. Tiñan unha incrible imaxinación-de pronto, mentres Sabela xesticulaba, de fondo comezaron a soar os Beatles e todo o seu álbum; os rapaces comezaron a sorrir, contaxiándose do esprito construtor. Por agora estaban todos atentos, agarrados ós coxíns nos que se sentaban ou tumbaban; os ollos de cada un deles eran fermosos, e cada sorrisa, inconfundible.-Estes dous, aburríronse tanto unha vez, que fixeron espadas de paus! Estaban todo o día entrenando. Eran moi listos e aprendían rápido. Un día, ó mencer, mentres bostezaban, un fermoso avión.-e aquí fixo unha pausa, para ensinarlles ós rapaces o debuxo que fixera do paxaro.-faloulles. Cun ton de voz que ninguén coñece. Era unha voz máxica, moi dulce, e simpática ó mesmo tempo! El díxolles, que pronto pasaría algo malo, moi malo. Ambos o creron. O rapaz era máis pequeno que a rapaza, e ela foino abrazar para que non se sentise só-e como se lle lesen a mente á profesora, abrazáronse entre eles con auténtico cariño, pois eran compañeiros ecompartían ideais. sabela sorriu ampliamente, o que fixo que todos eles lle devolvesen o sorriso mentres unha parella, que parecían irmáns (pero só eran amigo e amiga), facían rir con muecas para aliviar esa tensión tan extraña.-Despois de que o avión marchase voando, o rapaz foi mirar á rama onde estivera, , e había unha especie de polvo...
-Polvo de fadas!
-Exactamente!-a profesora levantouse e sacou do caixón máxico un montón de pequenas chucherías, que repartiu entre todos, para que aprendesen a compartir-Sabedes como se chamaban estes dous?-esperou moi pouco tempo-Ahá! Ese caramelo é para mín, que só o sei eu.-guiñoulles un ollo e seguiu contando- Ela era Caterina e el Pablo-escolleu os nomes a conciencia, non tiña ningún deses na clase, e así atendían sen sentirse protagonistas.-Ese día durmiron xuntos, mortos de medo. O polvo acariciara as mans dos dous, e non notaran nada raro. Soamente desaparecera despois de tocalos a ambos.-elevou as cellas, para facelos rir de novo-Á mañá seguinte, no río comezou a haber unhas burbullas moi raras, así que fuxiron a unha cova que fixeran había moito tempo, alí tiñan a un raposo vermello que non falaba pero era moi bo con eles, traíalles a comida a cambio de vivir alí. Unha vez alí ocultos, e sen ver nada, as mans empezaron a brillarlle-de golpe apagou as luces, e nas gominolas puxera unha especie de polvo que se caera nas mans dos nenos, e brillaban como as do conto, a súa voz aumentou para chamar a súa atención- Exactamente así!-formouse unha exclamación no ambiente, e empezaron a rir e a mirarse as mans os uns ós outros; Sabela doulles tempo, encendeu unha lámpada de lava e á súa luz seguiu contando-Berros, enfrontamentos e máis berros! Iso é o que escoitaban alí dentro. Sabían que estaban destrozando o seu fogar, e para que non os visen, esconderon as mans baixo o cú-eles volveron a facer o que ela decía, a verdade é que se lle daba ben divertir ós rapaces-Así mesmo! Pero un golpe fixo que unhas pedras caesen na entrada, encerrándoos. Comezaron a verrar desesperados! Tiñan medo de que se acabase o aire. As mans estaban ó descuberto, e ó presionar as pedras, de forma máxica e coa forza de tódolos superheroes xuntos, abriron o inferno no que estaban con moitísima facilidade!-todos berraron: "Ben!", "Si, ánimo Cati, ánimo Pablo!" e cousas parecidas. Sabela acercouse unha bolsa que ninguén viu e seguiu falando-Resultou que fóra todos fixeran as paces! Pelexaran, e todo estaba destrozado, pero agora decidiran que a guerra era mala, e que a violencia só trae máis violencia. Así que estaban intentando arreglar o estropeado. Piratas! Eso eran, invitaron a Cati e a Pablo, disculpáronse e riron xuntos. Pola noite fixeron unha gran festa. Estaban todos, e as burbullas do río resultaron ser...sereas! Todos rían e estaban felices, e sabedes que berraban?-todos a miraban atenta-Voemos ó ceo!-e ó mesmo tempo lanzou confeti por toda a aula. Os rapaces rían, xogaban co confeti, co polvo brillante, comían máis gominolas, e lanzábanse, para xogar, os coxíns. A clase acabara, e as nais estaban xa na porta, Sabela foi abrir e os berros aumentaron cambiando de tono. Agora contaban que tiñan super forza, e que querían voar... Pronto só quedaron ela e a música. Tumbouse no chan e contemplou a lámpada. Ó mellor debía deixar de esconder as súas brillantes mans e botar a correr sen rumbo.

Con la erre de repetir.

Bienvenidos al restaurante más caro del mundo, pueden adentrarse en la cocina. ¡Caballeros y damas, aquí mismo un montón de ratas pisotearon y mancharon con su falta de evolución! Pero, ¿por qué se van? Nunca lo entenderé hijo mío, siempre me hacen lo mismo. Echan a correr hacia la primera puerta que ven, lo que nunca sospechan es que justo al otro lado están esas mismas ratas. Ya van viejas las pobres, poco pueden correr ya a sus años, como yo más o menos.

Sonrió con malicia y echó a caminar de vuelta al público, aquello no era un restaurante, era un hogar para todos aquellos que por la calle anduviesen, o eso decía el cartel; porque en realidad lo más parecido a un restaurante era un montón de manteles sucios acumulados en una esquina. ¡Un auditorio! Eso parecía ser. Parecía toda una encrucijada, y había bastantes niños pequeños que, ansiosos por ver terminar el juego de las marionetas, berreaban. Al mismo tiempo, uno de los adultos que había huído de las ratas sacaba forzosamente, de forma literal a sus hijos e hijas. El anciano reía, todos los años en todos los recitales le pasaba lo mismo. La gente tenía miedo, del cambio. Se dirigió a la parte de atrás del escenario, porque para él no era backstage, con esas invasiones inglesas, no; era la parte de atrás del escenario, fin. Sus nietas y nietos le esperaban allí para la auténtica actuación: su historia, su cuento, su enseñanza. Unos la consideraban fantástica pero realista, otros sencilla pero llena de leyenda. Habría que juzgarlo, pero ningún adulto tenía permitida la entrada. Salvo su adorada parejita, su mujer y su hijo, bastante mayor ya para aquellas historias.

-Muchachos, ya sois lo suficiente mayores para entender lo que ahí fuera está sucediendo. ¿Habéis visto a vuestros padres bailar, no? ¡Qué aberración! Ahora os enseñamos mi mujer y yo.

Así lo hicieron ambos: el bastón al que se había estado agarrando fue lanzado por los aires, lo que creó una gran expresión de asombro en su infantil público, se abrazaron marido y mujer, clavándose la mirada para dejarse llevar por el vals que su hijo improvisaba en el acordeón, tan francés siempre él. Bailaban, enseñaban. Los niños se agarraron entre ellos, habían traído amigos y amigas, y aquello era un grupo considerable de personas dejándose llevar por aquella invasión pacífica de su psique musical.
-No sé cómo deciros, colegas, que ya practicaréis en casa. ¡Porque veo auténticos talentos por aquí desperdigados! Amor mío, ¿te apetece empezar la historia? Me has dejado sin aliento.
Un sincero guiño de ojos, una risa por aquí, otra por parte del acordeón que poco a poco desaparecía sin percatarse nadie de ello. La mujer se sentó en un viejo sillón que estaba a la izquierda de los niños, pero no como una señorita, cruzó las piernas agarrándose los pies como si fuese una mujer típica del movimiento hippie. Palabra inmencionable presente su marido en la sala.
-Veamos, guapos, no sé cómo decirle esto a quién a mi lado véis hecho un adefesio. ¡Soñaríais si le vieseis a vuestra edad! Era el que más alto saltaba, el que más rápido se alejaba, porque sí... También era el que más trastadas hacía. ¿Habéis oído hablar de las mentiras? Claro que sí...
No dejaba que nada se interpusiese en aquel relato, ni siquiera era un cuento, era una enseñanza a la que no se aplicaban normas existentes ni inventadas, era un juego.
-Mis cielos, nunca os vais a hacer mayores. Miradnos a nosotros, tenemos muchísimas arrugas, conocemos todas las palabras del mundo, pero nuestra mente es tan joven como la vuestra. Tiene tantas ganas de diversión, ¡o incluso más! Pero hay mucha gente aburrida alrededor, ¿os habéis fijado en el color de sus ropas?
-Mujer, no empieces otra vez con la ropa.
-Sants, no me tomes el pelo, es el mejor ejemplo que existe. ¡No le hagáis caso! Se deja llevar por los aburridos. ¡Sí! Esos que llevan toda la ropa del mismo color, ¿es que no han visto el amarillo de las flores, el azul del cielo, el rojo de las rosas, el verde de los árboles? Se aburren, constantemente; y por eso os riñen sin cesar. Porque os tienen envidia.
La mujer asentía como si le fuese la vida en ello. Era una carrera contra la sociedad, estaba casi todo programado, incluso esa leve y parpadeante discusión que había entre la pareja. Pero necesitaban una imagen para que las jóvenes promesas que allí guardaban como en un tesoro no se distrajesen con los colores mencionados.
-Vidas mías, pronto van a venir a buscaros. Tengo un reto para vosotros, es un juego. El mejor de los juegos, el más épico, el más amargo, el más largo, el más difícil... El mejor. Tenéis que salir de aquí y bailar. Bailad como si la vida os fuese en ello, como si hubiese un gran ogro que os persiguiese y os intentase arrancar la risa de los labios y el corazón y tuvieseis que hacerle reír a él...
Sants se levantó, recuperado aparentemente ya, comenzando a perseguir a los muchachos, que escapaban como la mujer le había dicho. Uno de ellos atacó al viejo por detrás, y sin herirle empezó a hacerle cosquillas con una pluma enorme en la barriga, otra niña le hizo las típicas cosquillas que se le hacen a los bebés, en la barriga, y el anciano echó a reír como nunca. Terminaron todos sentados en el suelo, riendo, y atendiendo de nuevo, gracias al ogro, al fin de la historia que nunca lo había sido:
-...Bailad. Bailad hasta que vuestra alma amenace con caer a los pies del mar, corred hacia el horizonte en el que dicen que hay el mayor cofre del tesoro. ¡Todos los salvajes piratas acordaron esconder allí sus botines! Tienen parches, oro, chocolate, las más hermosas figuras de hielo, sirenas que cuentan historias para despertar y no dormir nunca. ¡Tesoros irrepetibles! Pero sobretodo, mis corazones, mis ansias de futuro, nunca os dejéis llevar por la corriente que os amenaza. Esa corriente, os arrastrará hacia el abismo. ¿Habéis oído hablar de las grandes cataratas del Niágara? Pues eso cinco veces más. ¡Abarcan todos los universos! sólo quiero deciros, y prometo no hablar más inútilmente, que luchad pacíficamente, en contra de la sociedad que os quiere ocultar. ¡Pintad cuadros, bailad y cantad música, disfrutad de la vida y corred, porque los aburridos vienen a por vosotros!
En el exterior empezaron a oírse los nombres de los padres de aquellos mequetreces, y ellos rieron con un brillo en los ojos, un brillo de entendimiento, huyeron para poder reír y bailar después.

sábado, 19 de mayo de 2012

Os meus cantares.

Non me podo crer os grandes cambios que suceden nun tempo tan relativo. O que consideramos innovador e inigualable, existiu xa en tódalas súas variantes. Sorprendentemente, coma todo nesta vida. Algunha vez escoitáchedes falar dos calafríos? A min recórdanme ás harmónicas. Gostaríame moito saber tocar unha. Sería emocionante, e nada novo, aínda que nunca antes o fixera. Outra cousa tamén sorprendente é o que damos por feito, eso que chaman pensamento lateral (ou algo parecido). Nada é obvio e todo o é ó mesmo tempo. Acordeón! Iso si que estaría ben saber tocalo. Teño un amor que sabe. Encántame, tamén cando me sorprende e cando non o fai. Ante todo, teño que describir o meu énfase. Estou escribindo en galego. E non é calquer escrito. O meu primeiro. Que bonito! Pero bueno, ante todo, terei que falar, escribir ou describir algo que non sexa moi importante. Aínda non sei como sentirme, despois de todo soamente quero ser eu mesma. Ultimamente descubrín que xa o son, de todas as formas posibles, máxica e fantasticamente. De forma máis que interesante, non é nada innovador. Nin é a primeira vez que falo galego, nin (é un segredo) que o describo ou escribo. Pero necesito marcar un comezo para darme algo de valor, que senón isto sería moi aburrido. Antes de nada, hei de afirmar que non creo que vaia a facer algo de importancia internacional. A nin ser, claro, que algunha das miñas sectas cheguen lonxe. Existe algo perfecto? Non o dudo, obviamente, non. Despois de todo, a novidade é ó feito de ser imperfecto. Modas, malditas modas. Xamáis entenderei por que o colectivo se deixa levar por esas tonterías capitalistas e consumistas. Loitar, eso é o que hai que facer. Divertirse, a vida é demasiado bela e corta para deixala pasar mirando ó chan. Eses non son máis que reflexos, espellos sen valor que non aportan máis que copias. Un estudo di que o noso cerebro fai que nos vexamos máis guapos ó reflexarnos do que en realidade somos. Hai tantas posibilidades, tantas cousas que ver, que descubrir, que aprender, que experimentar. Logo se cre que o coñecemento é infinito, pero en realidade non existe tal saber. Calor. Iso é o que nos falta, o que nos sobra, o que nos da a vida, o que nola quita. É curioso, síntome como unha nena pequena á vez que me vexo dende outra perspectiva, unha nova e incrible visión. Non innovadora! Bolboreta, adoro esta palabra. É tan... indescriptible, ironicamente. Necesito máis cultura. A miña é moi pouca, case nula; e encántame a información, e as curiosidades. Son interesantes, como vitrinas ultra-cuidadas na mente. Despois están as caixas sen valor que se encerran baixo candado, nunha caixa forte, destruíndo despois a única chave que a poda abrir. A xente habitúa chamarme loca, pois ben, sabedes o que gardo eu nese trasteiro tenebroso? A cordura, o medo, a inseguridade e todo o estúpido. Sen embargo, o aburrimento e a tristeza son os dous guardiáns que me impiden acordarme do que poseo. Esta conversa nunca tivo lugar.

Calor.

Elevar sencillamente los pies le costaba de forma sobrehumana. Un suplicio era el movimiento en cualquiera de sus sentidos. La dificultad era sublime. Las plantas de los pies sé pegaban a la arena cada vez que rozaban dicha base. Miles de pequeños granos le hacían muchísimas cosquillas, escalofríos múltiples que su cuerpo ya no sentía. Estaba a punto de caer de rodillas, pero debía resistir o todo le dolería mucho más; el aire se solidificaba por segundos, pesado, caliente, irrespirable. Un espejo sé vislumbraba en el horizonte, el sol lp reflejaba sobre la morena arena. Aquel desierto sólo podía definirse con una palabra. De pronto, el espejo dejó de ser uniforme, transformándose en una superficie plana. Los ojos apenas veían ya, el cuerpo se arrastraba sin fuerza, y la esperanza se había evaporado como todo lo demás. De aquello no saldría nada bueno, sólo desgracias. Estaba harto de no oír, de no oler, de no saborear, de no sentir. Y el cielo se oscureció. Nubes negras, no las había visto llegar. Ocuparon el incoloro cielo, la oscuridad lo abrazó. El calor persistía, no por mucho tiempo. La calma que precede a la tormenta. Dejó de caminar, elevó la vista y tuvo que cerrar los ojos; le había caído una gota. Otra más, otra más, otra y otra. Empezaron a multiplicarse. La arena dejó de quemar, el cuerpo dejó de enrojecerse. Un torrente de agua cayó de los cielos. Gritó de júbilo. Sé hidrató de nuevo, regresó al sentimiento y echó a correr hacia el espejo con ninguna fuerza real. Milagro, magia, muchos nombres sé le atribuiría. Árboles, verde, azul. Nunca le gustaron tanto los colores.
Dedicado al dueño de todos los libros del mundo.

sábado, 5 de mayo de 2012

Suburbios

Un juicio es lo que se vislumbraba con dificultad entre la niebla del tabaco. Una mujer, con aires de grandeza, creía luchar por lo que debía. Su cabello era azul, sí, literalmente azul. Antaño había sido ya violeta, pelirrojo, rubio, moreno y gris. Nadie sabía cuál era su color natural, otros rumores decían que haría envidiar al mismísimo arco iris. El juez le prestaba atención mientras ella solo fumaba un cigarro mirando por la ventana. Nuestro querido protagonista acababa de entrar en la sala, y se podían escuchar unos débiles susurros dispersos por el lugar. A la mujer nadie le atribuiría la atención que en un juicio se suele profesar a todo tipo de acontecimientos, sino fuese por el pequeño detalle, de que ella era la abogada. ¿Del acusado, del bando contrario, qué es lo que defendía, por qué luchaba y quién le había dado permiso para fumar allí? De pronto, el silencio reinó. El joven de ojos de fuego no supo dónde sentarse, con lo que estaba casi en frente de la mujer, atónito. La voz de la mujer, con una leve inclinación varonil, bella, suave, perfecta, encajaba a la perfección con su aspecto desenfrenado.


-Temo tener que anunciar, como muy bien me atraviesa el alma, que la superioridad de los arcángeles es más que un símbolo. Es más que muchos símbolos. Agradecería en gran medida, la extrema consideración que se debería tener en la perfección. Pero no hay reinado alguno, no hay existencia venidera, la diversión ha dejado de existir aplastada por la disciplina, que dicen llamarla así. No recuerdo el principio del porqué nos hallamos nosotros aquí, las lágrimas ya no atraviesan los ojos de nuestros pueblos. Las sonrisas de dientes torcidos, han dejado de verse brillar con felicidad. De forma interesante, nuestros reyes ya no ordenan a nada ni a nadie. No se cree en ideologías, no hay fe, ni honor. Los gritos de los infantes se ahogan en la soledad. La oscuridad ha perecido ante tanta brillante luz. Solamente tenemos una esperanza, una terrible y condenada esperanza.
Sus palabras se clavaban como cuchillas en el alma del recién llegado. Sus ojos se encontraron, los carmesís de él, con los negros de ella. Ambos eran colores inesperados, increíbles, imposibles. Pero la verdad parecía cruzar un puente entre ambos. ¿Se conocían? Solo ellos lo sabían. El hombre sin nombre, seguía allí en pie. El juez estaba a punto de llamarle la atención, quizá brutalmente, para que se sentase; pero ella lo impidió, inconscientemente o no.

-Quisiera llamar al estrado, al hombre en el que nadie, salvo yo, ha posado sus ojos.
La sorpresa se pudo escuchar en la voz de todos los presentes, algún que otro leve gemido de indignación cruzó por sus gargantas; pero él caminó con paso firme y seguro donde ella le indicó. El joven parecía no mostrar ahora nada más que indiferencia. Sus ojos entrecerrados, sus labios como una fina línea habían semejado una sonrisa tan solo unos segundos antes, cuando se le había dirigido la atención. Iba él mucho más formal que ella, con traje y corbata. Una vez de pie frente a la mesa adjudicada, se negó a sentarse. No era el acusado. Entonces, sin que nadie separase la vista de la mujer que atraía todas las ideas como las moscas se pegaban a la dulce miel, el muchacho habló. De nuevo con voz firme, él también tenía una voz que encajaba con su aspecto, un tono levemente severo, pero su voz, dada a la sorpresa, tendía más a jugar con el tono.

-Damas, caballeros y otras especies-murmuró él con cierta ironía, sin perder la claridad base-mi compañera de ideas, aquí presente, solo ha dado forma a lo que todos ya conocíamos. A lo que nuestros corazones llevan negando siglos. A la existencia que todos en el fondo buscamos, al encuentro con nosotros mismos, a la búsqueda de algo que, si lo creemos inexistente, no nos volveremos locos. Simplemente... regresaríamos a la cordura.
Aquel repentino cambio desencajó a todos. Sus rostros parecían sorprendidos, pero algún que otro insensato había comprendido el discurso y el miedo acuciaba sus ojos. Las historias habían predicho aquella situación, aquella misma. La mujer que permanecía inmóvil entre el público no cabía en sí misma. Las historias. No se había vuelto paranoica, no soñaba con fantasmas extraños. Todo lo que le habían contado de pequeña, todo lo que su padrino le enseñó a escondidas, sin que sus padres supiesen nada... Todo era cierto, y lo tenía por desvaríos de un loco. Estaba a punto de estallar, pero el miedo la tenía paralizada, no sentía ni su rostro, ni el resto de su cuerpo, a la vez que su mente se desbordaba de ideas locas, o cuerdas quizá. Las voces seguían, como una tortura. Aquello era como un sueño o como una pesadilla, no recordaba cómo había llegado allí. Esta vez fue la mujer quién habló, de nuevo.
-Lamento desde mi oscurecida alma tener que juzgaros a vosotros en nombre de toda la humanidad, pero sois los más puros de corazón, o lo que en los archivos han escrito. Papá Noël no es un cuento infantil, queridos huéspedes, aunque sí su nombre.-la información seguía inundando la sala sin pausa, sin freno, sin nadie que los contrariase. Poco a poco había más caras asustadas y menos sorprendidas.-Vuestras ideas son las que han conducido al mundo. Casi toda la maldad se reduce a vosotros, os contaría la historia de un par de mitades. Aquellas mitades cuyos enfrontamientos fueron tan terribles, tan temidos por sus contricantes, que nadie ha tenido el coraje a escribirlo, la pluma temblaba en manos del más sagaz. Quién osa empuñar una espada cuando la frágil pluma puede derribar los muros de su corazón.
No terminaría ahí aquella situación, y ya todos los presentes lo sabían. La imagen del juez se había difuminado. El humo del tabaco ya se había dispersado, y el tono de voz de la mujer parecía indicar que efectivamente se dirigía a contar la más sagaz de las historias. Pero el hombre la comenzó, sentándose, no en la silla, si no encima de la mesa, donde podía visualizar todos y cada uno de los rostros presentes. La mujer se apoyó justo al lado, descansando el cuerpo y la voz.

-Todo comenzó con la mismísima creación, no hubo ningún Uno, ningún Dios, ninguna creencia surgida de vuestra imaginación, nada. Ni siquiera el más inteligente de vuestra especie, fusionado con cualquiera de las mentes que vagan por ahí fuera, podrían averiguar lo que en realidad ocurrió. Ni siquiera nosotros sabemos con certeza como fue, al fin y al cabo, era nuestro nacimiento.-una pausa dramática se pronunció tras este importante dato, pero una pausa no demasiado larga, a ninguno de los dos les gustaba esperar.-Para nosotros no fue más que el golpe que os dan a vosotros al nacer. A partir de entonces, pues... juegos de niños. Entre ellos, surgieron varias enfrontaciones. Nosotros no éramos hermanos, cómo íbamos a serlo si no veníamos ni del mismo lugar ni de los mismos padres. Somos completamente diferentes, y también lo fuimos entonces. El crecimiento acució nuestro sistema, nadie sabe cómo, nadie sabe dónde, y nadie sabe por qué.
La mujer parecía querer participar ya, estar inmóvil sin hacer nada no era su estilo ni mucho menos, y dada la atención que prestaban los, por obligación, paralizados espectadores, pues le atraía la idea de jugar con sus mentes sin destrozarlas.

-Los juegos de niños pronto dejaron de serlo. Creaciones surgieron de las ideas de nuestras mentes, y nuestras manos le dieron forma como a una figurita de barro. Frágil, débil, inútil en sus comienzos. Pero poco a poco, los juguetes fueron adquiriendo formas desconocidas, nuevas, increíbles. No se parecían lo más mínimo. Las creaciones ahora llamadas clásicas de mi compañero, no se parecían nada a las figuras faltas de sentido que yo creaba sin cesar. Tarde o temprano, nos enfrontaríamos, ambos éramos conscientes de ello; simplemente lo aplazábamos cuanto podíamos. Ambas creaciones adquirieron vida de una forma que aún no dominamos demasiado bien. Cada una se dirigó a un lugar, uno de los lugares que más se pareciese al espíritu que había nacido de la nada, como nuestra esencia.
Parecía que querían encandilar al público con su forma de contar el cuento. Se alternaban, una vez él, con sus cambios de voz, y otra vez ella con su suavidad, con su estabilidad. El carácter de ambos parecía no tener nada que ver con las bases que un universo había forjado.

-Y el enfrontamiento llegó. La guerra estalló. Los ojos de los hombres y mujeres que veían la batalla en el horizonte se tildaron de miedo. Nadie sobrevivió. Nadie conocido. Entre ellos se inventaron historias, al fin y al cabo, nosotros solo jugábamos, aprendíamos y creábamos experiencia. Nuestras creaciones parecían ir a un ritmo completamente diferente. Dos ejércitos, cuya amplitud no se podía medir de ninguna de las maneras, dos ideas, cada una intentando invadir a la otra, sin conformarse con su espacio conferido por el tiempo y su poder. Círculos, eso es lo que es el tiempo. Un sinfín de círculos no perfectos. Por ello, después de la primera enfrontación, hubo una segunda, una tercera, una cuarta, una quinta, y una sexta. La sexta, fue quizá, la más definitiva.
-Hay quien dice, que fue la última, y que desde entonces la humanidad no ha dejado de decrecer. Yo no lo creo. Y mi compañero tampoco. Nosotros ya nos habíamos unido, reconciliado, amado, querido, y respetado. Nadie lo veía con ojos atentos. Todos bajaban hacia la tierra. La tierra en la que el agua reinaba sin orden ni reino. Ciertos fueron los encuentros, todos ellos sangrientos, carentes de ningún límite, salvo el del agotamiento. Los corazones de los combatientes se enchían de coraje, unas ocasiones los de mi bando no conocían el miedo, otras... 
-Otras simplemente no podían ver.
-Tal era la amplitud de ambos bandos. El Norte, que es como terminé calificando a mi querido compañero y su ejército, se enfrentaba a mi amado Sur como si la vida le fuese en ello, que efectivamente así era. Pronto empezaron a formarse alianzas entre ambos bandos, surgieron espías, mentirosos, contrabandistas, personas sin valor que solo buscaban su propio beneficio. Pero tal era la magnitud de la situación en la Sexta, que sus corazones habían perdido el rumbo. La fe, el honor, sus creencias; todo se había convertido en guerra. Guerra, lucha sin sentido. 
-Nosotros ya habíamos... madurado, de alguna forma. Nuestras ideas se habían formado a mayor rapidez que nuestras figuras de barro débil. Ahora podríamos reunirnos en cualquier lugar para reír, bailar, cantar, disfrutar, beber, correr, gritar, sentir... Nuestros ojos, alrededor solo vislumbraban muerte, pero también veíamos todo lo demás. Los campos más verdes que jamás habían existido, el cielo más azul que jamás se había visto, y el mar más transparente que el puro diamante. Mientras tanto, el sufrimiento atormentaba en forma de temible tormenta, a nuestras creaciones.
-El ejército del Sur se había apoderado de la mayor formación de armas jamás creada para entonces, el tiempo pasaba, y cuando no lo tienes es cuando debes perderlo. Mi ejército se había formado de la nada, combatía sin motivo, su único objetivo era destronar el rey del Norte, atormentar el resto de sus días como culpable de todas las penas de mi pueblo. Aún no conozco al susodicho rey.
-Probablemente fuese yo en alguna vida.
Ambos rieron como si llevasen siglos gastándose la misma broma. Era una risa gastada, bella, suave, como todo lo que hacían. Ambos sonidos se complementaban. Cerraron los ojos con lentitud a la vez, recordando imágenes, olvidando por un momento qué es lo que hacían allí. No duraría demasiado aquella sensación, debían terminar de una vez.

-De cualquier modo, la impotencia del pueblo del Norte ante tal ejército les obligó a sacar fuerzas de la nada. Los hombres y mujeres más jóvenes, combatiendo contra un mal que ellos mismos habían creado, sin existir tal mal, tal peligro. Formaron también ellos un ejército. Los dos frentes estaban ya perfilados, siendo evidentes sus límites, sus comienzos, y sus propósitos. Invencibles, en todos los sentidos de la palabra. Donde se creaban ambos ejércitos se escuchaban llantos en la brisa que los árboles dejaban pasar. Sonidos amargos, hermosos, melancólicos. Lágrimas de amargura, de impotencia. Los más viejos, los más jóvenes, todos perecían bajo las cavernas. Sabiendo que no volverían a ver a sus amigos, a sus parientes, a sus queridos, a sus amadas, a sus padres... Todo por la guerra.
-El juego había dejado de serlo, pero no pudimos intervenir. Se nos había escapado de las manos, no poseíamos ya el control. Nuestros aprendices de seres habían tomado una forma tan mal encaminada, que nuestros dones fueron por completo inútiles. Siendo nuestros ojos testigos de unas imágenes tan terribles, tan horribles, tan... hirientes. Nuestros corazones, frágiles y puros, lloran sangre aún hoy por las penas cometidas.
Entonces ella estalló, la mujer del público, la que conocía ya las historias, la que no quería llorar más, gritó en medio de la sala un profundo basta. No podía soportarlo, la tortura a la que les estaban sometiendo era tal, que su dulce corazón tampoco podía aguantarlo. En pie, ojos cerrados, frente al cielo, esperanza desaparecida, llanto atravesando su espíritu. Bajó la mirada al fin, y la pareja le clavó la mirada. Con ojos humedecidos, la mujer de ojos negros, la que estaba contando la historia, echó a correr hacia la mujer que estaba en pie, y la atrapó entre sus brazos. La abrazó con tanta fuerza, que apenas podían respirar ninguna de las dos. Una escondía el rostro en el hombro de la otra, jadeos de desesperación e impotencia. Madre e hija podían diferenciarse del resto de vida en la sala. Pronto le dio la mano y la llevó con ella, mientras el joven seguía con la historia como si nada hubiese ocurrido. Su público seguía hipnotizado, solo la hija de ambos se había liberado del hechizo al no estar recibiendo información novedosa.

-La guerra no cesaría, no lo haría jamás, y aquella gente la sabía mejor que ninguna. Lamentamos desde la primera vez que vimos luchar a nuestros hijos, el no haber hecho nada por impedirlo. El ejército del Sur comenzó a caminar, dirigiéndose al punto de encuentro, la mitad del camino entre ambos reinos. La reina del Sur, cuya mujer aún no he conocido conscientemente, era el objetivo de los militares del Norte, culpable de todas sus penas. Días después, tuvo lugar el enfrontamiento. Había coraje, valor, miedo, temor, y pesar en ambos bandos. Los ojos y rostros de todos ellos gritaban sin que nadie les escuchase, que no querían luchar; que solo querían regresar a su hogar con sus familias. Por vez primera en muchos años, la masacre fue brutal. A punta de espada, flecha, estaca, hacha... La sangre formaba ríos de amargura allá donde fuese.
-No os habéis recuperado desde entonces.
Se acabó la historia. Adiós a las bromas, a los juegos, a la información. Vuelta al sueño presente, a la vista de la realidad, al nuevo encuentro con la mente, a la deformación de la parálisis. Ellos no deberían estar allí, seguían sin poder controlar su propia creación, sus juguetes de barro. Pero el espíritu del juego, de la felicidad que la esencia de los vivos había creado aún estaba viva en los corazones más puros y simples que pudiese engendrar la tierra y el mar. Implacables ambos, abrazando ahora él a su hija, la mujer se plantó ante todos ellos para suspirar, cerrar los ojos, encenderse un cigarro y murmurar unas simples palabras.

-Bienvenidos al apocalipsis.

lunes, 30 de abril de 2012

Auxilio.


Querido año nuevo, 

No existes. Lamento el tener que ser yo quién te lo comunique de tan terrible forma, pero no eres más que una leyenda urbana. Pues debes explicarme entonces, cómo puedes existir si no vivimos más que en un continuo presente. ¿Te has parado a pensarlo alguna vez? Claro que no, no existes, tú qué vas a pensar. La verdad es que es realmente exhasperante hablar sola, dirigir toda una parafernalia a un presente posterior que sabes que nunca se leerá por el hipotético receptor. No me sorprendes lo más mínimo, y deberías asquearte por ello. En una poción de mocos de ogro te ahogaré, lo juro por todos los unicornios del mundo de la piruleta. Por Buda, no puedo creerme que tanta gente haga tantas locuras contigo como única meta. Si es que es estúpido. Como todas esas reflexiones que dice: "Voy a celebrar mis cinco años sin fumar, fumando" o algo como "Ya son tres años sin beber, ¡celebrémoslo con unas birras!" o mi favorito, "Llevo veinte años vivo, ¡voy a matarme para celebrarlo!".

Es sorprendente, claro que en algunos aspectos no es nada bueno. Sinceramente, del todo feliz no se es jamás. Un nuevo comienzo suele dar esperanzas al respecto, claro que, de todos modos, es divertido ver todos los aspectos de la vida aunque termines cayendo en la rutina como de costumbre. Irónicamente. Hay muchas locuras, en este mundo que no me cansaré de tildar de loco y más que loco. Parece común del todo, el encontrarse a gente tirada en el suelo pidiendo limosna, pero no encontrarás a nadie que ofrezca trabajo. Compadres, comadres, este mundo se va a la mierda. Somos una gran cadena, dependemos unos de otros, y la felicidad es tan frustidiadamente relativa dependiendo de cada mano que te dirija. Manos increíbles, mágicas, que pueden crear sensaciones únicas; como todo lo que dicen no existir. Claro que algunas manos también pueden ser traicioneras, hipócritas, estúpidas, egoístas, malvadas, y desde luego más que mentirosas. Es muy difícil identificar cuando son de verdad y cuando no, para ello hay que tener una vista muy fina o un oído muy agudo.

miércoles, 18 de abril de 2012

Ampútate el brazo.

Nunca me olvidé. Solo conseguí que eso fuera lo que creyeras. No sé qué me has hecho, pero eres una gran amiga con una opinión a tener en cuenta que no pretende para nada influír en las ideas de quién la escucha. Parece algo incomprensible para alguien cuyo corazón nunca será puro del todo. Por ello, me gustaría escribir algo especial para alguien especial, por muy común que se crea. Sinceramente, no creo que vaya a crear ninguna obra maestra. 

lunes, 9 de abril de 2012

¿Qué ocurre entre vídeo y vídeo?

Recuerdo perfectamente cómo me rompí el incisivo. Fue hace unos años, todo era mucho más joven, más feliz, más blanco, más azul, más verde, más violeta, más feo, más basto, más más. En la localidad de Muy Muy Lejos mi persona caminaba sobre un llanto de arcoiris cuando de repente un rayo de Zeus atravesó mis pies conviertiendo mi camino en amarillo. Y Thor me dio un martillazo. Bien, una vez inducida la estupidez empezaré con la historia falsa.

De pronto me encontré sumida en un sueño increíble, el cloroformo había hecho efecto muy rápido, la falta de costumbre me dijeron después. Si es que debería haberme acostumbrado poco a poco como Rasputin con el veneno. Bestias hay en toda la Pangea. No conseguí quitarme ese maldito olor de las fosas nasales. Así que no paraba de rascar la nariz, o intentarlo. Fuera bromas, estaba atada de manos y pies a esas sillas típicas de las películas americanas en las que torturan a gente. Curiosamente, me acababan de decir que tenía que dejar de vivir en las películas. Así que eché a reír sin parar, balanceándome sin motivo hasta caer de bruces hacia el suelo. Toda mi mejilla derecha quedó magullada, y dejé de reír.
Típicos pasamontañas, típica ropa negra comprada en la tienda de disfraces de Amelie, típica voz de negro, típico blanco con voz de negro, venga, busca substítulos.
Elevé la vista un segundo, vi pies, muchos pies, pero cansaba mucho tener los ojos así. Con lo que los cerré, a punto de quedarme dormida. Empezaron a gritar los blancos con voz de negro, en inglés, entendía palabras sueltas. Solo "moni" y "fakin bich". No me enteraba de nada, mi cultura se basaba en la de mis muertos.
Me levantaron de la silla, me dejé caer hacia la izquierda, sin caerme esta vez de la silla. La verdad es que era muy cómoda, algo gracioso. Cuantas cosas graciosas. De pronto, la típica lámpara con una sola bombilla me alumbró la cara de golpe, así que cerré los ojos e imaginé que estaba tomando el sol en la playa.
¿Qué me íbais a pedir? Tenía diez escasos años.
En mi vida había aprendido muchas excusas, una de ellas era la de la famosa regla. Que pronto sabría lo que era. Volví a intentar rascarme la nariz con la cuerda que me sujetaba el lugar en el que hipotéticamente estarían mis tetas. De verdad, no soportaba ese maldito olor. Empecé a moverme como si fuese Jack Sparr... Perdón, Capitán Jack Sparrow. A ver si colaba y me soltaban por hacer ruido, pero por el momento no tenía resultado alguno.
Se escuchó una especie de audífono en el que reclamaban la presencia de alguien en caja. En español. Así que estábamos en España. ¡Un gran avance!
Parecía una maldita broma toda la situación, así que intenté entender algo más, y mientras volvían a maldecir yo respondía cosas como:
"No sé quién sois ni de dónde venís, pero tengo sueño, hambre, ganas de hacer pis y me ha bajado la regla."...o..."¿De verdad soy tan rica que me queréis atracar?"
En una de estas fingí tener una pistola, escondiendo la mano en las cuerdas. Les apunté, sonriendo cual joker, y uno de ellos puso cara de puro pánico y me golpeó en la cara. Ahí es cuando me quedé sin el trozo de diente, fin de la historia.

¡Sé que queréis más!

Con lo que aquí os sigo contando. El dueño de los otros pies le golpeó lanzándolo hacia atrás, apartando las cuerdas para enseñarle mi manita indefensa en forma de pistola. Yo ya me había enfadado, no me reía, ni sonreía, ni me divertía; habría sido muy masoquista por mi parte. Y me aburría de forma inversamente proporcional a la comida que me traían.
Se quitaron los pasamontañas y me mostraron sus rostros, uno era negro, y me recordó al rey mago que era blanco, pero se había pintado de negro para las fiestas, algo muy estúpido, porque los niños le andaban en la cara sin parar. Pero eso explicaba que tuviese voz de negro. El otro, el blanco, era el que mandaba, seguro. Porque era el que había pegado al otro. Yo le clavé mis grandes ojos, que tetas no tendría, pero los ojos llamaban la atención. Podría haber pasado por buena y todo. Así que hicieron una llamada telefónica tras no reconocerlos yo.
Empezaron a maldecir otra vez, el blanco terminó colgando y lanzando el teléfono al suelo con un furioso grito. Ahí me reí. Empezaron a desatarme y recuperé mi sonrisa, un poco rota por el diente y tal, pero eso eran detalles secundarios. También me dolía un poco la cara, tenía un labio partido. Al fin pude rascarme la nariz con tranquilidad.
Pero un trapo vino a mis fosas nasales de nuevo mientras probaba a rascarme tranquila, el cloroformo volvió a olerme fatal, pero me dormió de golpe. Horas después desperté en mi habitación, tapada con las mantas, con ganas de rascarme la nariz.

jueves, 29 de marzo de 2012

Un billete para el infierno, sólo ida.

Ha, ha, ha. Ríete, maldito malnacido. Oh, por favor, no debo decir tacos. ¡Demonios, rayos y centellas! 
Sin duda no llegará el momento en el que esa conversación tenga lugar.
Estáis, todos, locos.
Os clavaré en una maldita estaca y bienvenidos a una nueva conversación:
-Drácula, locos, locos, Drácula.
Os juro por todos los dioses que jamás hayan existido, por el Gran Señor que se divierte en su columpio, por los muchos brazos de Shiva, por la madre que os parió y el padre que os plantó; que no volveréis a salir vivos del más oscuro, tenebroso, y jodido lugar llamado planeta Tierra.

Digamos por alguna razón, que yo soy la que manda.
El diablo, Satanás, Belcebú, El Señor Oscuro, el demonio, Azazel, Mefisto, la serpiente, y probablemente la que más os tentará hacia mi querrido hogar por una muy famosa autopista.
Os prometo no poner límites de velocidad.
¿Me estáis vacilando?
No.
Os estoy puteando yo a vosotros.
Chiflados, chiflados, chiflados.
Rupelstinkin debería haberos violado de pequeños.
Pero vuestra madre era muy lista, otra chiflada. Por la cabeza de quién cabe imaginarse el nombre de este enano.
Por la de su madre, seguro.
Los padres me caen mejor.
Son más fáciles de atraer.
¡Iros al cielo y atragantáos con arcoiris!
Prometo clavaros afiladas dagas en vuestro más oscuro corazón. No sois más que todo lo que me habéis puesto por nombre. ¿Humilde? No. ¿Malnacido? Como todos vosotros. ¿Traidor? Un ángel no cae del cielo así porque sí. ¿Divertido? Espera a ver mis cuernos. ¿Tentador? La misma respuesta. ¿Pecaminoso? Me gustan las manzanas. ¿Asesino? Ojo, que araño. Rarrrr. ¿Mentiroso? Pero qué guapa te ves con esa blusa. ¿Fogoso? Incendié lo in-flamable.
Pero no entenderéis jamás lo divertido de todo este asunto.
Yo puedo seguir viviendo en esta eterna autopista, conduciendo un autobús vacío y lanzando flamables botellas a mi alrededor para maltratar felices caravanas.
Vosotros, hé, vosotros caeréis a mi hogar. Allí os abrasaré, y maltrataré. Jugando solo yo con vuestras inútiles vidas. Entonces maldeciréis, y no precisamente con ese nombre, no.
Recordaréis aquellos tiempos en los que tuvisteis un hogar aguado, empapado y tan poco sensual, irónicamente.
Estúpidos, sois estúpidos.
Cucarachas estúpidas, no sobreviviréis ni a vuestro propio exterminio. ¡Ahí está lo divertido! Me reiré de vuestras podridas caras desde la ventanilla del conductor. Quizá os invada con zombis cuando no quede nadie que piense con locura. Creeréis que os habéis salvado, que ni la más mínima ráfaga de corrupción queda en vuestro ADN. 
Qué equivocados estáis, queridos.
Rodaréis, claro que sí, por un agujero, unas escaleras mecánicas en dirección opuesta, una montaña rusa japonesa, os colgarán con hilo dental para cuando veais la muerte de cerca ella os salude y vosotros caeréis de nuevo, vivos, pensando estar libres. Ingenuos. Un hacha puede solucionar ese gran problema.
Juguemos.


miércoles, 28 de marzo de 2012

El cielo en la tierra.

Mar. Cuya infinita existencia podría fácilmente estar baseada en los billones de millones de lágrimas que este planeta han atravesado. Puedo imaginarme como los más antiguos portadores de sentimientos, descubriendo las emociones mucho antes que el fuego y sus contradicciones.
Sintiéndose atrapados por la fría garra de la tristeza que las entrañas encoge como si en su poder estuviesen. Bellas y tristes uñas que se clavan en pulmones y corazón. Hacen sangrar a su vez el brillante corazón, llorando rojo. Soy la primera humana, mágico es el reflejo que el agua produce, mágico es mi cuerpo por producir espejos naturales, y no sólo mi mente y ser lloran por vez primera.
Sentí la necesidad de ahogar estos brillantes reflejos en la piel de una compañera. Como tontos sin expresión nos tocamos las mejillas mutuamente, toda la pequeña multitud se forma a nuestro alrededor. Mi amiga y viento de la mar abraza torpemente mis hombros, atrayéndome. Deformes rostros, jóvenes y primeras vidas. Nuestros compañeros y los compañeros de tiempos pasados se dejan contagiar por la amargura. Pronto estalla el llanto. Nuestra voz sale a la luz y nuestro cerebro aún no está preparado. Algunos elevaban húmedos ojos a azul cielo, borroso. Otros se golpeaban el abdomen como si fuesen en busca del fin, del fin del sentir, sin probar a pensar.
Nuestros labios se forman en una frágil línea curva, la primera que veo. Mis dedos se dirigen a esa extraña y nueva línea con los ojos muy abiertos, comienzan a secarse pero aún brillan con sentimiento. Podía tocar la imagen. Mi otra mano me cerró los párpados mientras probaba a dibujar, como en la arena.
De pronto aquello se extendió hacia aquella formación extraña en mi cara que eran mis labios. Estaba atragantada sin aire, ni saliva, pudiendo respirar. Apreté fuertemente el cuello, dolió, grité. Y mis oídos parecieron gritar a la vez. Equilibrio frágil. Caí.
Las seudopersonas de mi alrededor no escuchaban. Al fin y al cabo, no había nada que escuchar. Mudos gritos de auxilio que sólo unos ojos entendían. Los demás se tocaban párpados y mejillas, saboreaban lágrimas, se quejaban en silencio. En alguna parte de la sala hubo golpes. Un leve desprendimiento nos obligó a correr fuera.
Llovió.
El cielo también lloraba. Hacía frío. Pero la desconfianza sin nombre no nos dejaba entrar en tierra. Subimos, todos a un tiempo, mientras alguno llamaba la atención indicando el camino. Nadie le miraba.
Altura, en lo más alto.
Giramos sobre nosotros mismos.
Esta vez el individuo me poseyó, creyéndome única en medio de grandes imitadores. Mis ojos, ya olvidados, dibujaron el mar lejos. Muy lejos. Volví a gritar.
Me agarré a un cuerpo, resultó ser conocido. Mi rostro denotaba terror, el más puro terror. Cual infante alma supliqué a la tierra y el cielo que aquella arena azul no me asustase. Pero el conjunto ya discrepaba.
Días, noches, días, noches. Caminamos hacia la arena azul. Casi nadie dormía para no dejar de vigilar. De vigilar aquel asustadizo cielo en la tierra.
Alcanzamos mi querida arena, con la que habría dibujado. Habría dibujado nuevas formas, curvas uniformes.
El gran azul me llamaba. Recuperé fuerzas y corrí. Me enfrenté a mis miedos y vencí. Logré unir la más hermosa curva a las garras que el agua en mis ojos provocaba. Descalzos pies, blanca arena. Lucía el sol, frío sol. Lenta, muy lenta me fui acercando con miedo. De repente algo mucho más frío amenazó con tragarme, algo que ya no era azul. No me gustaban los escalofríos.
Algunos locos siguieron caminando, y pude ver como se perdían en el salado azul. Yo huí.
Gracioso. Todo era muy gracioso. Allí me dormí, encogida y abandonada. El agua me despertó. De pronto vino a mí la imagen y dibujo de un montón de lágrimas. Volví a sonreír, dándole ese nombre sólo en mi mente. No era más que un dibujo y un sentimiento. Una montaña increíble. Una montaña plana. Elevé la mano, alcancé el agua pensando en su tacto, pero la atravesé.
Un arrebato se apoderó de mí, como si una muñeca fuese. Levanté mis miembros y caminé hacia el cada vez más oscuro azul. En cierto momento dejé de respirar inflando las mejillas. Abrí los ojos dentro del azul y lo supe.
Supe que allí no podría llorar.

lunes, 26 de marzo de 2012

Para mayor comprensión, leer de abajo arriba.

-¡Que triunfe el arte y su inclinación a las sonrisas!
-Me cae bien Vincent.
-Viajaría en el tiempo y se lo regalaría a Van Gogh.
-Lo robaría.
-Ojala pudiese tocar un violín Stradivarius.
-Que no meten nada.
-Métodos.
-He de viajar allí de todos métodos.
-Lástima que Italia esté tan religiosizada.
-Mediterráneo.
-Y del amor que allí se respira.
-Y me acordaré de las góndolas.
-La ciudad del agua.
-Quiero ir a Venecia.
-Su típico E.T.
-Su típico platillo volante.
-Con su típica cabeza deforme.
-Eso ya sería muy de alienígenas.
-No he visto en mi vida a nadie realmente verde.
-¡La gente es increíble!
-Me parece que es el color de la enfermedad.
-Al igual que el verde.
-Es curioso.
-El ser ordinario no está para nada relacionado con el orden.
-Igual que las moscas.
-Me ponen de los nervios.
-En serio.
-Me desconcentran las caritas que se hacen con letras y símbolos.
-Qué rica.
-Maldita agua azul-no-azul.
-Tengo sed.
-Interesante.
-La letra a tiene flequillo, es la misma persona que la u pero con pelo.
-Debería andar más.
-Me caen bien los indios.
-Fácil.
-¿¡Dónde están vuestros piratas!?
-Hippies.
-Otra vez los Beatles.
-Amor, amor, amor.
-De ahí viene mi cabezón.
-Soy una cabezuda, y muy terca.
-Apenas si me coge el cuerpo desde las tetas a la cabeza.
-Qué ventana más pequeña.
-Oh, maldición, para que crezcan.
-Tienes que hablarles, cantarles o tratarlas con cariño para que canten bien.
-¡Las plantas también tienen sentimientos!
-Los peces son amigos, no comida.
-Qué cosa más rara.
-Aunque vivo con miedo de que vengan a por mí por no ser un tiburón vegetariano.
-Me gustan los langostinos.
-¿Cómo se suicidaría un pez?
-También tienen derecho a amargarse.
-Bueno sí, pero no.
-Los peces payaso no tienen gracia.
-Me siento como una gaviota.
-Mío, tuyo, mío, mío, mío.
-¡Posesivos!
-Sin embargo, mi querido sexy, mi azul, con el que hablo ahora, sí se merece la verdad y toda la sinceridad del mundo.
-Que ninguna de ellas son ni mis padres, ni el negro.
-Aunque, además de crear una realidad paralela, hay personas con las que la sinceridad es mucho mejor.
-Son piadosas.
-Me gustan las mentiras.
-Es mentira.
-¡Ahá!
-¿Es con ge o con jota?
-¡Jé!
-Un conejo que no sabía ligar.
-Ahora que lo pienso, era muy gracioso.
-Tambor me caía bien.
-(Nooooo)
-Siempre tengo la razón.
-Porque yo lo digo.
-Puedes hacerlo todo bien.
-Diez.
-¡Brillante!
-Interesante.
-Morfema derivativo sufijo no apreciativo que indica llena, de color.
-Porque es cuando me pongo colorada.
-Creo que rojo.
-No sé qué color tiene la vergüenza.
-Creo que era demasiado guay para caerle bien a alguien.
-Molaban.
-Tenía unos sueños muy raros por aquel entonces.
-Con la inocencia del momento, se referían a mi delgadez.
-Así, en inglés, me llamaban de pequeña.
-Salchicha.
-Palabra rara.
-Soez.
-Luego tendré que ir a limpiar.
-Parezco un pulpo.
-Sigo teniendo tinta en los dedos.
-Me pregunto si llevará corbata de vez en cuando.
-Mr. Blue sky
-Ni bendita, ni maldita.
-Es la música.
-Y no es el inglés.
-¡Existe un idioma universal!
-No me gusta decir tacos.
-Me gusta cantar.
-Casi me quemo.
-Frío mar, calurosa arena.
-La última vez pensé que me daba una hipotermia, pero no quería salir del frío mar.
-Aunque a veces se me pongan amarillos.
-Me gustan mis pies.
-Calculé en la oscuridad de la noche y me dejaría sin pies.
-Una vez pensé que se me caería encima.
-Se movía y hacia ruidos raros cuando caminabas cerca.
-Él mismo era el monstruo.
-Mi armario nunca tuvo monstruos dentro.
-Incluso los seres olvidados pueden sonreír de verdad.
-¡Felicidad!
-Y de que las gaviotas dejen caer algo asqueroso sobre mí.
-Tengo miedo de no poder ver más el mar.
-Huele a verano.
-Confundo las ges y las jotas.
-Pero aún me cogen en las manos.
-Me han crecido las tetas.
-De esos que se ponen en las tetas.
-Creo que es una especie de chapa.
-Ni una asignatura cuyo objetivo me es desconocido.
-No es una contraseña.
-Quiero un pin.
-Buena comparación.
-La noche es la real, cuando el día es la vida.
-Porque desde el espacio el cielo es oscuro y casi negro.
-Que es azul sólo desde esta perspectiva.
-El cielo.
-Malditos clérigos plagiadores de metáforas.
-Oh, espera.
-Símbolo no religioso.
-Pero el azul del cielo, es bello.
-Ahora sí que me gusta el azul.
-Que yo sepa.
-Arco vale, pero Iris era una amiga mía, y no tenía de varios colores la piel.
-Me pregunto de dónde vendrá lo de iris.
-Veo el principio y el final, no como en el cielo azul o los arcoiris.
-Me gustan las cascadas.
-¡El mundo es plano!
-Puedo ver las luces de todo el planeta en mi horizonte.
-Impresionante.
-Para ampliar el horizonte de diversión que ya se me hace pequeño.
-¡Sí!
-Debería aprender a bailar.
-Maravilloso e irrepetible.
-¡Es fantástico!
-La esencia de uno mismo se recoge en su nombre, o mejor, en lo que este nombre significa para quien lo escucha.
-¡Estoy viva!
-Infinito más uno.
-Cuyo significado es aún más infinito.
-Muy grandes.
-Palabras grandes.
-Hay palabras.
-Qué bonito es vivir.
-¡Quiero cantar Hakuna Matata!
-Y a Pumba.
-Y a Timón.
-Claro que a lo mejor conozco a Simba.
-Creo que paso allí dos semanas y me quedo sin algún diente.
-La jungla es impactante.
-En realidad quieren jugar.
-Es mentira.
-Te dirán que quieren devolverte el jarro de agua fría.
-Corren a por ti.
-Entonces se puede ver cómo se iluminan y se abren las ventanas, se escuchan melodías, melodías convertidas en risas felices.
-Unas almas solitarias y aburridas, hasta que les lanzas agua encima.
-Las ventanas del alma.
-Las sinceras, las de los ojos.
-Adoro las sonrisas.
-¿Por qué tan serio?
-De acuarios, por favor.
-¡Otra ronda!
-¡Eleva tu vaso!
-Tengo tinta en las manos.
-La saco de la botella y vuelve a ser normal.
-No me gusta.
-Pero azul, azul.
-Tengo agua azul.
-Me caen bien los zorros, los animales, de cuatro patas.
-Tatararará.
-¡Vivan Los Beatles!
-Es todo lo que necesitas.
-Todo lo que necesitas es amor.
-Creo que tengo hambre.
-Me gusta el café con leche.
-También me gustan los negros, aunque el único que conozco es un estúpido hipócrita café con leche.
-Me gustan los hippies.
-Sería curioso ver a estos dos grupos juntos.
-Había que colgarlos, o dejarlos a merced de los hippies.
-Hay tantos que fingen serlo sin disfraz alguno.
-¡Me río de los piratas!
-Es divertido a rabiar.
-Son buenos y malos a la vez.
-Me gustan los piratas.
-Piratas.
-Al fin y al cabo, a quién le molesta que haya decidido ser un cartel de propaganda, una violinista sin metro, un ciego que ve o una de las tres mellizas.
-Fingiendo sin herir, siendo todo una gran broma.
-Un juego en el que te diviertes fingiendo.
-Es un juego.
-Me gustan los disfraces.
-Quizá me gusta disfrazar la relativa verdad.
-Utilizo muchos calificativos.
-Hablo del sentimiento, malditos seres tergiversadores de las más bellas confesiones.
-Incluso amar se puede hacer al revés.
-Escribir, hablar, sentir, escuchar.
-Todo puede hacerse al revés.
-Sabias palabras.
-¿A quién le importa?
-Un presente anterior.
-Eso decían hace un tiempo.
-¡Carpe Diem!
-Qué más da eso si dentro de unos siglos las palabras habrán cambiado de forma por completo.
-Interesante dilema.
-Por cierto, ¿en castejano boda es con be o con uve?
-Absorve mi tiempo de forma impresionante, y no quiero que deje de hacerlo.
-Ahora ha vuelto a suceder, se ha acordado de mí, y espero que no llegue tarde a mi boda.
-Fue fantástico despertarse y leer esas frases de amor que sólo una persona puede proporcionarle ese sentido.
-Me entraron ansias insaciables de hacer algo, innovador, divertido e inolvidable.
-Hoy me han entrado ganas de ser diferente, luego me he dado cuenta de que ya lo soy, y luego supe que no me hacía falta serlo, de ninguna de las maneras.