Siento tener que apretarme el cinturón
en cuanto a ideas alocadas pero, la libertad se ha fugado. Señoras y señoros,
siento ser yo la que tenga que anunciarles que así es; aquello por lo que
algunos luchan y que otros creen poseer, huye de nosotros, los seres más
racionales de la Tierra.
Sin ir más lejos ustedes mismos al
atreverse a leer esta mancillación a la cultura general, me han criticado desde
su interior por formular esto como una broma. ¿De dónde habrán quitado esa
estúpida idea? Yo se lo diré.
De señoros.
Porque así es, la Real Academia
Española considera correcto escribir güisqui; pero podría amenazar la
existencia de mi mano derecha para demostrar que en un futuro la palabra
señoros, sustituirá a señores. Opino que las explicaciones carecen de valor,
todos tenemos el coeficiente intelectual lo suficientemente experimentado e
irracionalizado para comprenderlo.
En cuanto a independencia, libertad,
derechos, deberes, constitución y un largo y estúpido etcétera; afirmaré sin
miedo alguno a equivocarme que estamos viviendo una gran mentira. Todo lo que
sufrimos diariamente no son más que farsas, falsedades, hipocresías, estupideces
sin fundamento, injusticias por doquier. En nuestro vocabulario existen más
expresiones religiosas que cualquier razonamiento impuesto por la lógica. ¿Por
qué? Fácil y sencillo. Supongo que debido a esta sutileza sí tendré que
explicarlo.
Seamos francos. La ilustrísima
Iglesia, se ha molestado desde el comienzo de los tiempos en ser nuestra CIA
particular. Manejar los trapos sucios, encauzar el río, guiar cual pastor a las
pobres e ingenuas ovejillas que se han perdido en el monte. Existen muchas
comparaciones y sinónimos referentes a esta situación. ¿Quién no se ha
percatado? Dios.
Este Señor, al que algunos respetan e
idolatran como ni a sí mismos; en el hipotético caso de su existencia pendiente
de demostrar, ha sido mancillado su nombre y significado. Desde un punto de
vista católico, simboliza, sin ánimo a ofender en ninguna de las letras
escritas, la perfección.
Ingenuos humanillos...
Tendría que dedicarme a demostrar con
fundamento todo lo que me estoy molestando en relatar pero, ¿en verdad lo vemos
necesario? Yo creo que no. Dediquemos unos segundos de nuestra interminable
vida a exprimirnos el cráneo para encontrar el lugar vacío y lleno de polvo en
el que se encontraba en algún pasado evolucionado nuestro cerebro.
Somos unos seres sin justificar. Unos
okupas del universo. Todos nosotros.
Políticos, banqueros, vagabundos,
vendedores de cualquier clase, trabajadores de poca monta, escritorzuelos,
músicos profesionales y ya no tanto, grandes pequeños medianos y enanos empresarios,
niños, adultos, adolescentes, bebés, ancianos y robots.
Malditos desastres de la creación. Un
invento. Vivimos un maldito invento. ¡Que caiga la ira de Dios sobre él!
Y el universo se calcinó.
De verdad, pequeños saltamontes, hemos
de percatarnos de una vez por todas. Abramos los ojos, por favor.
Nadie sabe a ciencia cierta, todavía,
de donde proviene todo lo que vemos día a día. Pero lo que sí podemos confirmar
con seguridad, es todo lo que ha sido creado bajo nuestra orden y juramento.
La religión fue creada por humanos,
los nombres, el idioma, la corrupción, la rebelión, los objetos cotidianos, el
techo bajo el que vivir, la forma de alimentarnos.
¿Y nuestras raíces? Esos arboluchos
que maltratamos cada vez más, esa naturaleza en la que nos basamos para
sobrevivir desde tiempos inmemoriables; esa, se está muriendo y esas, son
nuestras raíces. Nos estamos destruyendo a nosotros mismos.
No sabemos cómo comportarnos, cómo
devolver la vida a la muerte sembrada por todas partes y más, cómo descubrir
aquello que parece no existir sin una pisada de humano justo en medio donde se
vea bien bonita, cómo creer en cualquier tipo de creencia ya que al cabo de
unos siglos terminará existiendo alguien lo suficiente poderoso para volver
corrupto todo el sistema; no sabemos cómo pensar.
Aquello que llamamos orden, el
papeleo, las palabras pronunciadas y grabadas por desconocidos que jamás
regresarán al ángulo óptico de nuestra mente, personas que nos representan como
ciudadanos e igualan nuestra opinión.
Maldita falsedad. Puedo olerla, está
por todas partes.
Existen muchos tipos de personas,
muchas versiones y desde luego una cantidad incontable de perspectivas.
Humanuchos, qué os creéis que vais
destrozando a vuestro paso todo lo que véis.
Descrubid la belleza, buscadla al
menos.
La única sensación semejante a la
libertad que algún día podrá cualquiera de nosotros demostrar que sintió, será
el día en el que nadie en absoluto conozca nuestra existencia ni nuestro nombre
sin ser previamente informados por nuestra persona.
Pero no está todo perdido. Un pequeño
atisbo de esperanza brilla en los corazones de cada uno, pero es parpadeante
como las estrellas y en cualquier momento puede haber muerto sin habernos dado
tan siquiera tiempo ni a verlo ni a evitarlo, como la muerte de una estrella.
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