“Estaba esperando por
ti”
“¿Ah, sí?”
“Toda mi vida”
Se despertó con una
piedra atravesando su ventana.
Una bonita forma de
despertarse, sin duda alguna, y el que se atreva a negarlo no ha estado nunca
lo suficientemente mal de la cabeza como para querer a alguien.
Y querer suficiente a
ese alguien para no romperle en la cabeza la piedra que rompió la dichosa
ventana.
Ella se levantó con
cara de “voy a mataros a todos por despertarme a estas horas y en sábado” y se
asomó a la ventana para encontrarse con un personaje que no había visto en su
vida.
No era el típico tío
que veías por la calle a esas horas de la mañana a no ser que hiciese
reenganche, pero a ella se le enmudeció la garganta y tuvo que carraspear para
intentar recordar por qué iba a gritar hacía un par de décimas de segundo.
Él sonreía, como buen
cabronazo:
-¿Me devuelves mi
piedra?
Cuentan que las
mayores historias de amor empiezan por cualquier tontería, yo ya he visto
enamorarse a un conductor de la persona a la que casi atropella, casarse un
pescador con la que pensó que era una sirena siendo ella náufraga… En fin,
historias que parecen inventadas y que efectivamente y cómo no, lo son; pero
conocer al amor de tu vida, sólo porque él decidió lanzar una piedra a una
ventana al azar…
¿Al azar?
Alguien acababa de
decir una tontería muy grande.
-Estoy hasta las
pelotas de los números impares.
¿En serio? ¿Hablaba en
serio?
Aquella mujer tenía que
estar bromeando.
Porque para cambiarse
de fila en el cine, tan solo por no estar sentada en una silla o escalera
impar, era como mínimo, para pegarle y que sufriese entre terribles
sufrimientos.
Él se fijó en ella, tan
solo para saber dónde atizarle con el refresco en la cabeza, pero entonces se
atragantó con el susodicho y le dio un ataque de tos.
No era la típica tía
que te encontrabas fuera de casa en un lugar a oscuras a esas horas de la
noche, pero merecía la pena haber tenido la gran casualidad de verla por
aquellos lares sin acompañante masculino oficial.
Surrealista era el
término.
-¿Tú crees que lo habrá
hecho intencionadamente?
-Hija mía, tirar una
piedra a una ventana, en un edificio lleno de ventanas, muy sin querer no es,
no sé si captas lo que te digo.
-Pues expóngame usted
su versión de los hechos.
-Yo qué sé, seguro que
es un chalado que un día te siguió a casa para ver si se colaba y te violaba en
el ascensor, hasta que se dio cuenta de que no tenías ascensor y cogió y dijo,
pues me cabreo y le rompo la ventana.
-Ya no sé para qué te
pregunto nada.
A veces las amistades
nos comen el coco más de lo que nosotros ya de por sí hacemos, pero qué se le
va hacer. Son cosis.
-Tío, te juro que
aquello no era normal.
-Pero haberle dicho
algo.
-¿Cómo? Si es que no
paraba de hablar, de reírse y de comentar la jodida película.
-Pues qué quieres que
te diga, tanto no te debió molestar si no le dijiste nada.
-Fijo que no es más que
una cría que no sabe cómo comportarse en un lugar público, seguro que ni
siquiera ha probado la ginebra…
-Lo que es seguro es
que a ti te pasa algo con esa mujer, porque lo que piensas en ella no es
normal.
Otras veces le dan la
vuelta a las cartas para que veas cómo ganas la partida sin saber siquiera que
estás jugando.
Se fue de allí en taxi,
y mucho tuvo él que correr para averiguar donde vivía ella, pero el hecho de
tener dinero para pagar otro taxi ayudó. Por no mencionar el hecho de que había
hecho lo que siempre había querido hacer:
Entrar en un taxi y
decir “¡Siga a ese coche!”
Muchas veces me he
planteado cuantas tonterías se hacen por amor. Pero a veces se hacen tonterías
por el simple placer de hacer tonterías.
Se planteó, repetidas
veces y muy seriamente, si no lanzarle la piedra directamente a la cara, dada
la maravillosa puntería que tenía.
Pero en contra de su
voluntad pensó que sería un desperdicio, y se sonrojó nada más cruzar por su
cabeza ese pensamiento.
No se pegó a sí misma
porque él todavía la miraba intentando aguantar la risa, se le notaba.
El muy cabronazo.
Ya le caía bien.
Pero que muchas veces.
Hijos míos, os diría
que así fue como se conocieron vuestros tíos, pero la verdad es que se
conocieron después, cuando vuestra tía efectivamente le tiró la piedra tan sólo
porque él le dijo que se vistiera que estaba llamando la atención.
La verdad es que estoy
convencida de que habría sido divertido ver la cara de vuestra tía a esas
alturas, pero es un momento que les pertenece sólo a ellos y al camarero del
bar de en frente que lo vio todo.