jueves, 29 de marzo de 2012

Un billete para el infierno, sólo ida.

Ha, ha, ha. Ríete, maldito malnacido. Oh, por favor, no debo decir tacos. ¡Demonios, rayos y centellas! 
Sin duda no llegará el momento en el que esa conversación tenga lugar.
Estáis, todos, locos.
Os clavaré en una maldita estaca y bienvenidos a una nueva conversación:
-Drácula, locos, locos, Drácula.
Os juro por todos los dioses que jamás hayan existido, por el Gran Señor que se divierte en su columpio, por los muchos brazos de Shiva, por la madre que os parió y el padre que os plantó; que no volveréis a salir vivos del más oscuro, tenebroso, y jodido lugar llamado planeta Tierra.

Digamos por alguna razón, que yo soy la que manda.
El diablo, Satanás, Belcebú, El Señor Oscuro, el demonio, Azazel, Mefisto, la serpiente, y probablemente la que más os tentará hacia mi querrido hogar por una muy famosa autopista.
Os prometo no poner límites de velocidad.
¿Me estáis vacilando?
No.
Os estoy puteando yo a vosotros.
Chiflados, chiflados, chiflados.
Rupelstinkin debería haberos violado de pequeños.
Pero vuestra madre era muy lista, otra chiflada. Por la cabeza de quién cabe imaginarse el nombre de este enano.
Por la de su madre, seguro.
Los padres me caen mejor.
Son más fáciles de atraer.
¡Iros al cielo y atragantáos con arcoiris!
Prometo clavaros afiladas dagas en vuestro más oscuro corazón. No sois más que todo lo que me habéis puesto por nombre. ¿Humilde? No. ¿Malnacido? Como todos vosotros. ¿Traidor? Un ángel no cae del cielo así porque sí. ¿Divertido? Espera a ver mis cuernos. ¿Tentador? La misma respuesta. ¿Pecaminoso? Me gustan las manzanas. ¿Asesino? Ojo, que araño. Rarrrr. ¿Mentiroso? Pero qué guapa te ves con esa blusa. ¿Fogoso? Incendié lo in-flamable.
Pero no entenderéis jamás lo divertido de todo este asunto.
Yo puedo seguir viviendo en esta eterna autopista, conduciendo un autobús vacío y lanzando flamables botellas a mi alrededor para maltratar felices caravanas.
Vosotros, hé, vosotros caeréis a mi hogar. Allí os abrasaré, y maltrataré. Jugando solo yo con vuestras inútiles vidas. Entonces maldeciréis, y no precisamente con ese nombre, no.
Recordaréis aquellos tiempos en los que tuvisteis un hogar aguado, empapado y tan poco sensual, irónicamente.
Estúpidos, sois estúpidos.
Cucarachas estúpidas, no sobreviviréis ni a vuestro propio exterminio. ¡Ahí está lo divertido! Me reiré de vuestras podridas caras desde la ventanilla del conductor. Quizá os invada con zombis cuando no quede nadie que piense con locura. Creeréis que os habéis salvado, que ni la más mínima ráfaga de corrupción queda en vuestro ADN. 
Qué equivocados estáis, queridos.
Rodaréis, claro que sí, por un agujero, unas escaleras mecánicas en dirección opuesta, una montaña rusa japonesa, os colgarán con hilo dental para cuando veais la muerte de cerca ella os salude y vosotros caeréis de nuevo, vivos, pensando estar libres. Ingenuos. Un hacha puede solucionar ese gran problema.
Juguemos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario