sábado, 8 de febrero de 2014

Sábado, 08 de febrero de 2014.

Empiezas con un debate sobre política.

Criticas los comienzos de un país corrupto, que ya desde el inicio tuvo malos ingredientes para cocinar una democracia decente.
Destapas malos rollos entre los dirigentes de este barco directo al fondo del mar; dirigentes que acapararán los botes salvavidas antes de darnos cuenta.
Sigues con la historia económica que hay detrás del telón de los intereses políticos y descubres que no es más que una pantalla de humo.
Comentas los desórdenes éticos y morales de algún que otro monarca que no sabe retirarse cuando debe, al estilo de Alfonso XIII.
Disfrutas de unas risas a la espalda de un par de irrespetables torpes que iban para monos y se quedaron en cerdos sin escrúpulos.

Sigues con una distracción televisiva a media tarde.

Empiezas el desorden cerebral con una alusión a actrices recién salidas del horno.
Mencionas la calidad de las películas americanas marcadas por un mismo patrón.
Confirmas el aburrimiento incluyendo temas paralelos en dicha trama, porque en el fondo ya te sabes el final de la historia.
Te diviertes sacando los trapos sucios de algún actor que acabe de aparecer en pantalla.

Cambias de canal y con ello de tema artístico.

¿Habrá algún partido hoy o habrán decidido pasear esos millones por su zona residencial?

Vuelves a pensar en tu tiempo y en cómo ocuparlo.

Podrías disfrutar de un nuevo debate sacando el tema adecuado.
Barajas la posibilidad de perder un par de neuronas visualizando juegos comecocos en tu teléfono de última generación.
Piensas en la diversión que te podría proporcionar leer algún libro novedoso para recuperar viejas costumbres.
Acabas malgastando tu saliva en agradables charlas con familiares cultos que te enseñarán vida entre otras cosas.

Terminas el paseo.

Vuelves a casa dejando el maravilloso ambiente atrás, quemándose en la chimenea con aquellos viejos periódicos.
Asumes que siempre existe la posibilidad de regresar.
Decides hacerlo pronto, hacía tiempo que no aprovechabas la compañía sociable.
Compruebas que no estás del todo perdido en este mar tan fogoso, lleno de verdades mentirosas sobre temas que no te incumben en absoluto.
Tomas la liberación de buscar información sobre el mundo literario y profundo humano, al que quieres pertenecer.

Aprendes.