lunes, 30 de abril de 2012

Auxilio.


Querido año nuevo, 

No existes. Lamento el tener que ser yo quién te lo comunique de tan terrible forma, pero no eres más que una leyenda urbana. Pues debes explicarme entonces, cómo puedes existir si no vivimos más que en un continuo presente. ¿Te has parado a pensarlo alguna vez? Claro que no, no existes, tú qué vas a pensar. La verdad es que es realmente exhasperante hablar sola, dirigir toda una parafernalia a un presente posterior que sabes que nunca se leerá por el hipotético receptor. No me sorprendes lo más mínimo, y deberías asquearte por ello. En una poción de mocos de ogro te ahogaré, lo juro por todos los unicornios del mundo de la piruleta. Por Buda, no puedo creerme que tanta gente haga tantas locuras contigo como única meta. Si es que es estúpido. Como todas esas reflexiones que dice: "Voy a celebrar mis cinco años sin fumar, fumando" o algo como "Ya son tres años sin beber, ¡celebrémoslo con unas birras!" o mi favorito, "Llevo veinte años vivo, ¡voy a matarme para celebrarlo!".

Es sorprendente, claro que en algunos aspectos no es nada bueno. Sinceramente, del todo feliz no se es jamás. Un nuevo comienzo suele dar esperanzas al respecto, claro que, de todos modos, es divertido ver todos los aspectos de la vida aunque termines cayendo en la rutina como de costumbre. Irónicamente. Hay muchas locuras, en este mundo que no me cansaré de tildar de loco y más que loco. Parece común del todo, el encontrarse a gente tirada en el suelo pidiendo limosna, pero no encontrarás a nadie que ofrezca trabajo. Compadres, comadres, este mundo se va a la mierda. Somos una gran cadena, dependemos unos de otros, y la felicidad es tan frustidiadamente relativa dependiendo de cada mano que te dirija. Manos increíbles, mágicas, que pueden crear sensaciones únicas; como todo lo que dicen no existir. Claro que algunas manos también pueden ser traicioneras, hipócritas, estúpidas, egoístas, malvadas, y desde luego más que mentirosas. Es muy difícil identificar cuando son de verdad y cuando no, para ello hay que tener una vista muy fina o un oído muy agudo.

miércoles, 18 de abril de 2012

Ampútate el brazo.

Nunca me olvidé. Solo conseguí que eso fuera lo que creyeras. No sé qué me has hecho, pero eres una gran amiga con una opinión a tener en cuenta que no pretende para nada influír en las ideas de quién la escucha. Parece algo incomprensible para alguien cuyo corazón nunca será puro del todo. Por ello, me gustaría escribir algo especial para alguien especial, por muy común que se crea. Sinceramente, no creo que vaya a crear ninguna obra maestra. 

lunes, 9 de abril de 2012

¿Qué ocurre entre vídeo y vídeo?

Recuerdo perfectamente cómo me rompí el incisivo. Fue hace unos años, todo era mucho más joven, más feliz, más blanco, más azul, más verde, más violeta, más feo, más basto, más más. En la localidad de Muy Muy Lejos mi persona caminaba sobre un llanto de arcoiris cuando de repente un rayo de Zeus atravesó mis pies conviertiendo mi camino en amarillo. Y Thor me dio un martillazo. Bien, una vez inducida la estupidez empezaré con la historia falsa.

De pronto me encontré sumida en un sueño increíble, el cloroformo había hecho efecto muy rápido, la falta de costumbre me dijeron después. Si es que debería haberme acostumbrado poco a poco como Rasputin con el veneno. Bestias hay en toda la Pangea. No conseguí quitarme ese maldito olor de las fosas nasales. Así que no paraba de rascar la nariz, o intentarlo. Fuera bromas, estaba atada de manos y pies a esas sillas típicas de las películas americanas en las que torturan a gente. Curiosamente, me acababan de decir que tenía que dejar de vivir en las películas. Así que eché a reír sin parar, balanceándome sin motivo hasta caer de bruces hacia el suelo. Toda mi mejilla derecha quedó magullada, y dejé de reír.
Típicos pasamontañas, típica ropa negra comprada en la tienda de disfraces de Amelie, típica voz de negro, típico blanco con voz de negro, venga, busca substítulos.
Elevé la vista un segundo, vi pies, muchos pies, pero cansaba mucho tener los ojos así. Con lo que los cerré, a punto de quedarme dormida. Empezaron a gritar los blancos con voz de negro, en inglés, entendía palabras sueltas. Solo "moni" y "fakin bich". No me enteraba de nada, mi cultura se basaba en la de mis muertos.
Me levantaron de la silla, me dejé caer hacia la izquierda, sin caerme esta vez de la silla. La verdad es que era muy cómoda, algo gracioso. Cuantas cosas graciosas. De pronto, la típica lámpara con una sola bombilla me alumbró la cara de golpe, así que cerré los ojos e imaginé que estaba tomando el sol en la playa.
¿Qué me íbais a pedir? Tenía diez escasos años.
En mi vida había aprendido muchas excusas, una de ellas era la de la famosa regla. Que pronto sabría lo que era. Volví a intentar rascarme la nariz con la cuerda que me sujetaba el lugar en el que hipotéticamente estarían mis tetas. De verdad, no soportaba ese maldito olor. Empecé a moverme como si fuese Jack Sparr... Perdón, Capitán Jack Sparrow. A ver si colaba y me soltaban por hacer ruido, pero por el momento no tenía resultado alguno.
Se escuchó una especie de audífono en el que reclamaban la presencia de alguien en caja. En español. Así que estábamos en España. ¡Un gran avance!
Parecía una maldita broma toda la situación, así que intenté entender algo más, y mientras volvían a maldecir yo respondía cosas como:
"No sé quién sois ni de dónde venís, pero tengo sueño, hambre, ganas de hacer pis y me ha bajado la regla."...o..."¿De verdad soy tan rica que me queréis atracar?"
En una de estas fingí tener una pistola, escondiendo la mano en las cuerdas. Les apunté, sonriendo cual joker, y uno de ellos puso cara de puro pánico y me golpeó en la cara. Ahí es cuando me quedé sin el trozo de diente, fin de la historia.

¡Sé que queréis más!

Con lo que aquí os sigo contando. El dueño de los otros pies le golpeó lanzándolo hacia atrás, apartando las cuerdas para enseñarle mi manita indefensa en forma de pistola. Yo ya me había enfadado, no me reía, ni sonreía, ni me divertía; habría sido muy masoquista por mi parte. Y me aburría de forma inversamente proporcional a la comida que me traían.
Se quitaron los pasamontañas y me mostraron sus rostros, uno era negro, y me recordó al rey mago que era blanco, pero se había pintado de negro para las fiestas, algo muy estúpido, porque los niños le andaban en la cara sin parar. Pero eso explicaba que tuviese voz de negro. El otro, el blanco, era el que mandaba, seguro. Porque era el que había pegado al otro. Yo le clavé mis grandes ojos, que tetas no tendría, pero los ojos llamaban la atención. Podría haber pasado por buena y todo. Así que hicieron una llamada telefónica tras no reconocerlos yo.
Empezaron a maldecir otra vez, el blanco terminó colgando y lanzando el teléfono al suelo con un furioso grito. Ahí me reí. Empezaron a desatarme y recuperé mi sonrisa, un poco rota por el diente y tal, pero eso eran detalles secundarios. También me dolía un poco la cara, tenía un labio partido. Al fin pude rascarme la nariz con tranquilidad.
Pero un trapo vino a mis fosas nasales de nuevo mientras probaba a rascarme tranquila, el cloroformo volvió a olerme fatal, pero me dormió de golpe. Horas después desperté en mi habitación, tapada con las mantas, con ganas de rascarme la nariz.