"Para mí, el mejor músico sería el que no conociese más que la tristeza de la más honda felicidad e ignorara toda otra tristeza. Hasta ahora no ha existido ese músico" by F. Nietzsche
miércoles, 22 de octubre de 2014
Despedida.
Para continuar leyendo mis gilimemeces pasaos por aquí: melancolica-felicidad.blogspot.com
Gracias muchas.
domingo, 19 de octubre de 2014
Tormenta.
Corría como un condenado, mirando hacia atrás demasiadas veces, percibiéndolo, notándolo. La veía acercarse cada vez más, cada vez más, y yo corría y corría sin querer parar, sin atreverme a hacerlo; pero entonces volvía a sentir su aliento detrás de mí, y miraba, paranoico.
Allí estaba, el cielo cada vez más oscuro, más negro, más cerca, más cerrado y más cerca, demasiado cerca. Me estaba volviendo loco, jadeaba, casi no me atrevía a respirar.
Me iba a alcanzar, lo haría, no podía correr más; mis ojos no se atrevían a cerrarse, mis piernas no se atrevían a parar, yo no me atrevía a creer que pronto me alcanzaría.
No podía más, era demasiado, en todos los sentidos, preferiría estar muerto. Seguía corriendo, palpitando en mi cabeza un solo pensamiento, un pensamiento de locura, de una locura mayor a la del conjunto psiquiátrico en el que debería estar: protegido, bajo un techo y rodeado de mil luces diferentes que matarían a todas esas sombras.
¡Salid de mi cabeza!
Corría como un condenado, escuchándolo todo y no escuchando nada al mismo tiempo. Esperaba, y no esperaba. Ansiaba el fin, dejar la carrera, olvidar esa terrible y cegadora oscuridad.
Pero dejar de correr no sería el fin, sería el comienzo de una tortura mayor, y mis fuerzas se habían evaporado hacía tiempo, pasando a formar parte de la humedad del ambiente.
De pronto empezó a humedecerse también el suelo, llovía; llovía sobre mojado, creándose más sombras tanto dentro como fuera de mis ojos. Mi rostro era un reflejo angustioso del pánico que me obligaba a seguir corriendo.
Cada vez costaba más, y cada vez me acordaba menos de hacia dónde me dirigía. Huía de aquel cielo infernal, de aquel abrazo macabro.
Llovía más y más fuerte, hacía calor, mi sudor era peso añadido sobre mi piel, me estaba consumiendo; no podía parar, no me atrevía a hacerlo.
Me quedé sin respiración, ahogué un grito que no se habría escuchado bajo la condenada lluvia, y con una garra en el corazón volví a mirar hacia atrás, suplicando, llorando.
La angustia, el llanto, el agobio, el ruido, la presión, mis piernas; todo me estaba consumiendo. Miré hacia delante de nuevo, llorando cada vez más fuerte, cerrando los ojos por obligación.
Fue la luz la que surgió entonces de las tinieblas, siendo ese relámpago el que me regalase el principio del fin.
domingo, 28 de septiembre de 2014
Disparemos a las estrellas, pues.
Solía pasarme mañanas enteras contemplando los cielos, todos ellos: los grises, los azules, los naranjas… Me gustaba imaginarme cómo se verían esas figuras reflejadas en mis pupilas, pero nunca se me ocurrió la estupidez de intentar averiguarlo.
Luego, mi cuerpo tuvo la fantástica idea de crecer, y pronto tuve la oportunidad de convertir en costumbre el hecho de pasarme noches enteras contemplando los cielos, pero ya no tantos: empezó a interesarme tan solo el estrellado.
Mi vida seguía, pero no para mí.
Dormir, comer; verbos sin valor, sin finalidad, sin propósito.
Hasta que un día, comenzaron a llover, a llover estrellas.
Me asusté, me levanté y grité; sin poder quitar de mi cabeza la imagen en mis pupilas reflejada.
Corrí, huyendo hacia todas partes y hacia ninguna, con frustración, los músculos entumecidos, los ojos llorosos de haber aprendido a parpadear en segundos.
Eran mis sueños, unas pesadillas que se precipitaban sobre mí para cubrirme con el más espantoso de los miedos, con el más terrorífico de los horrores.
No sabía dónde estaba, dónde había estado, o dónde debía estar; pero fue gracias a esa confusión, a ese desastre de pensamientos que alguien llamó mente, gracias a la cual lo tuve más claro que nunca: no debía tener miedo, ni lo tendría nunca más.
Y fue entonces cuando me armé y disparé al cielo, intentando destrozarlo, probando a enfrentarme a él para impedirle existir; pero fue completamente inútil, acabando con la vida de un pájaro que se estrelló a un par de metros más allá.
Descubrí entonces la decepción, la impotencia, el desconcierto de no entender y el agobio.
Me dejé caer, como hacía cada mañana, como hacía cada noche; y seguí permitiendo que aquel reflejo me atormentase.
Aún poseía el arma, cargada, pero ya no la necesité más, porque decidí sonreír, levantarme y ser feliz.
Ya que negar un miedo es como disparar a las estrellas, pero enfrentarse a él es como aprender a vivir.
miércoles, 24 de septiembre de 2014
Es vivir.
Es el descubrimiento de algo nuevo, es la constante y amada sorpresa, es la grandiosidad y maravillosidad del mundo.
Es sonreír con los ojos cerrados dejando caer la cabeza hacia atrás, es sentir la lluvia y dejarla hacer.
Es mirar esos maravillosos ojos y enamorarse de nuevo, es dejar de pensar lanzándose al mar.
Es leer un buen libro sin poder detenerse ni para respirar, es reír sin prejuicios ni vergüenza.
Es la inspiración que no cualquier acorde proporciona, es escribir por y para el arte de la contradicción.
Es el arte de amar en una caricia, es la relajación de un buen suspiro.
Es una llamada perdida a Dios, es un regalo bondadoso.
Es soñar en el cielo azul, es soplarle a las nubes.
Es el afán aventurero que palpita en nuestro interior, es sonreír en los momentos más inoportunos.
Es comerse una película en lugar de palomitas, es experimentar la adrenalina del mejor miedo.
Es correr hacia adelante con lágrimas de alegría en los ojos.
miércoles, 3 de septiembre de 2014
Come with me now.
jueves, 14 de agosto de 2014
Dicen.
lunes, 28 de julio de 2014
Vida.
jueves, 17 de julio de 2014
Bajo la misma estrella.
Es terriblemente complicado aceptar hecho inevitables como lo puede ser la muerte, y se vuelve aún más complicado cuando se inmiscuyen sentimientos excesivamente fuertes por la persona sujeta a las leyes de la lógica.
Todos morimos, al igual que todos hemos nacido alguna vez.
¿Cuál será la actitud adecuada hacia esa situación entonces? ¿La pasividad o la agresividad? ¿El optimismo o el pesimismo?
Algunos tachan de cobardes a aquellos que se toman la vida con alegría, porque los juzgan como personas que evaden los problemas, las dificultades, la realidad.
Es cierto que enfrentarse a esta clase de situaciones a veces es demasiado complicado, tan complicado que se nos limita el raciocinio.
Se puede vivir con dolor.
Suena macabro, incluso estúpido o tal vez degradante; pero cuando quieres a una persona lo suficiente como para saber que merece la pena el dolor… No hay masoquismo que valga.
Todo parece lejano, de película, de novela, una historia de amor, de esas que todo el mundo ha contado y escuchado, de esas que parecen no terminar nunca bien, de esas que el mundo te enseña a desear.
La vida real no es así, nunca lo ha sido y nunca lo será. Es mucho más complicado, hay muchísimas más complicaciones, muchísimos más impedimentos, muchísimos muchos. Y para nada quiero decir que no existen los finales felices, ni mucho menos, yo soy una firme creyente.
Hay que sentirlo, expresarlo, liberarlo.
Encerrar en nuestro interior esos sentimientos, aunque no sean justos o lógicos, es lo peor que se podría hacer. Porque tarde o temprano nuestro propio cerebro, nuestro propio cuerpo, los echa en el último momento, cuando menos nos lo esperamos y cuando menos sentido tiene.
Coges un día y dices: se acabó.
Y ese se acabó es una promesa. La promesa de que no habrá más quebraderos de cabeza, la promesa de que merece la pena vivir, la promesa de que te regalarás cada día como si fuese tu último día bueno, la promesa de que vivirás, siempre y nunca, entre esos pequeños infinitos que el tiempo nos regala.
El amor, maldita sea, esa droga incorruptible.
El dolor, ese sentimiento inevitable.
¿Para qué negarlo? Vivir duele.
Pero si duele, es porque estás vivo.
Conclusión: la vida es maravillosa y está llena de cosas maravillosas, y repetir esta frase una y otra vez tan solo implica que lo malo del mundo ya nos lo enseñan diariamente y por todas partes, nosotros tenemos que encontrar el lado bueno, tenemos que verlo como una emocionante historia sin principio ni fin.
martes, 15 de julio de 2014
Fría no, lo siguiente.
Levantar la cabeza. No importa. Separarla de los hombros de vez en cuando viene bien.
Empieza el día de forma interesante, la verdad.
Arranqué otro de los trozos de cristal de mi tejado.
Vivo en el mar. Literalmente. Esto se pone hecho un desperdicio cuando sube la marea, menos mal que últimamente lo hace poco. Pero en la próxima luna llena lo voy a tener jodido.
Bendito ático que me resguarda.
Recuerdo el día que construí esta dichosa chabola con la basura que encontré en esta misma playa.
Acababa de coger cuatro chorradas del chalé, me había despedido de mi hermana, y había abandonado allí el coche.
Me iba de casa. Y mis padres no estaban demasiado a favor. Cada vez que me acuerdo no puedo evitar sonreír.
¿Todos nos vamos de casa tarde o temprano, no?
El ático tiene un techo de cristal. Son diferentes cristales que con los temporales aguantan cada vez menos, pero no sé cómo, aún me protegen cuando llueve. Porque llueve a su padre.
Lo mejor de haber construido mi propia casa, es que está hecha a mi medida. Literalmente. Mira que es pequeña la jodida.
Cuentan las leyendas que toda buena historia empieza con un príncipe, una princesa, y esas cosas nazis que no suelen interesarme demasiado, pero mi historia empezó ese maravilloso día.
Aquel cristal, el que arranqué, ampliaba la ventilación del ático, y teniendo en cuenta la presión de aquel malnacido día, era buena cosa.
Todas las noches me tiro en este roído colchón con las manos en la nuca, sonriendo a las estrellas, deformadas por las diferentes grietas entre cristales, excepto cuando las nubes deciden arroparlas.
A veces me gusta tirarme del ático a la arena, directamente. Hay un pequeño acceso, que mira al mar, con una puertecita interesante, que, obviamente, se abre y se cierra.
Tengo que hacer algo con los libros que se me acumulan en las esquinas. Y eso que pocas esquinas tiene esto.
Me apetece fundirme con el mar, ¿lo haré? No respondáis, lo voy a hacer. En breve. Si es que me llama. No es una duda. Efectivamente me llama.
Agua. Fría. Congelada. No, lo siguiente.
Cualquiera no se despierta por las mañanas con esto.
¿Quién necesita despertarse por las mañanas?
Sin trabajo, con unos estudios sin finalizar, una formación escasa en el arte de vivir, y con las pelotas de vivir sola en la puta playa.
Así soy yo.
Por lo que arrancar un trozo de cristal que refleja la luz del sol apareciendo por encima del mar como cada mañana, solo me recordaba ese maravilloso mundo en el que vivo.
Tocar la guitarra española, sentir la música, cerrar los ojos, compaginar el ritmo al mar, tener que levantarse corriendo para no mojarse los pies.
Esto es vida.
Tengo un par de libros sin acabar. Sin acabar de empezar. Ah, y los que estoy escribiendo yo. Que están empezados. Pero sin acabar. Y eso.
¿Comida? Eso no sirve pa’ na’.
Poco voy a durar así, me gritaron cuando me fui.
Y puede que tengan razón, porque una vida sin muerte no sería ni la mitad de interesante.
Pero oye… ¿y las risis?
miércoles, 9 de julio de 2014
A Little Piece of Heaven.
La verdad es mucho más complicada de lo que se nos puede presentar a simple vista.
La verdad, esa gran mentira.
A veces es mucho más sencillo abrir los ojos y contemplar lo que nos rodea, analizarlo matemáticamente, estadísticamente o de cualquier otra forma física.
Quién puede asegurarnos que todo eso no tiene como base una gran farsa.
Pero bueno, todo en esta vida tiene su lado bueno y su lado malo, y desde mi punto de vista el lado equivalente al malo sería el que lo analiza todo como si tan solo fuésemos números sin sentimientos.
Pero qué se le va hacer.
Igualmente es interesante superar los límites de la realidad, manipulando estos para crear historias que nos ayuden a ¿evadirnos...? No, que nos ayuden a desarrollar nuestra imaginación, esa que desaparece poco a poco con los años; como las ansias de vivir y la emoción por todo lo nuevo.
También es crucial saber ver el mundo de forma original, a veces macabra, porque la muerte tan solo es algo significativo si queremos que lo sea.
Qué demonios, todos morimos y todos vivimos, y no me apetece deprimirme porque haya nacido alguien en el mundo, por lo tanto hacerlo porque ha muerto, es tal vez igual de incoherente.
miércoles, 2 de julio de 2014
V de Verdad.
Varias semanas han pasado desde que le vi por primera vez. Es un señor que se mueve a lo largo del pequeño pueblucho con un carrito de hacer la compra y una manta.
Vi cómo tenía que dormir tras los contenedores, en cualquier banco o esquina donde no estuviese muy visible. Porque a la gente no le gusta ver esta clase de "cosas"; ya no son personas, son sucesos.
Viniendo de la humanidad tristemente no me sorprende, pero escuchar a mis conocidos criticar al pobre hombre por dormir en la acera...es despreciable.
Volaron delante de mí todas las buenas vibraciones que había tenido sobre nuestro futuro. Había conseguido convencerme de que había una posibilidad, por muy pequeña que fuera, pero cuando a alguien que no tiene techo no se le ofrece ni un trozo de pan, poca humildad nos queda.
¿Vengarse en honor a todos los que sólo buscaban caridad? ¿De qué serviría? Tarde o temprano, regresarían a la creencia de que lo mejor es ignorar el problema. La violencia sólo trae violencia, y es lo último que necesitamos en la ecuación.
Varias oportunidades tuve de ayudar a gente en esta situación, y todo lo que estaba en mi mano hice. Sin embargo, hay una sensación que no le deseo a nadie, que es la impotencia que se siente cuando nada más se puede hacer para ayudar.
Ver con tus propios ojos la involución de personas que merecían la pena es la peor tortura existente. Ideales maravillosos, buenas intenciones, sinceridad verdadera...
Verdad. La verdad. Esa que no queremos ver. ¿Porque duele? Hoy leí la noticia de una pareja que pactó su suicidio y lo realizó después de avisar a la Guardia Civil. Es la verdad, y probablemente no lo sea del todo. Sinceridad es todo lo que pido, pero la gente no quiere saber.
Vivimos en una falsa felicidad que creemos nos protegerá cuando haya algo de lo que protegernos. No puede ser. Las mentiras son como una cúpula de cristal. Pueden dar la sensación de apoyo, pero el cristal es débil, y cuando ya nos ha ocultado mucha realidad cualquier detalle hará que empiece a quebrarse ese pequeño y frágil mundo.
Visitemos pues nuestro interior, busquemos el martillo más potente que tengamos y hagamos quebrar esa cúpula. Si somos nosotros los que regresamos a la realidad por nuestro propio pie, la caída será mucho menor. Habrá caída, será doloroso, pero habrá sido voluntaria y sólo nuestro será el mérito de saber enfrentarnos cuando llegó la hora de hacerlo.
¿Vergüenza? Vergüenza debería darnos el quedarnos mirando las desgracias en la caja tonta mientras nos autoconvencemos de nuestra bondad donando un euro a alguna asociación benéfica. Pamplinas. Debemos enfrentarnos ya. No estaremos solos, a pesar de lo que nos quieren hacer creer. Temporalmente cerca está el accidente de tren de Santiago, en el cual los vecinos fueron a ayudar por su propio pie. Dejaron sus condenados sofás y salieron a ayudar a quien lo necesitaba. Pues bien, ahora es nuestro turno.
Queridos escribientes.
Han arrojado al vacío nuestro bastón esperanzado.
Ya no tenemos en qué apoyarnos socialmente.
Estamos solos.
Solos en el abismo, en una caída que nunca termina.
Desearía que cayésemos de una vez, para sobrevivir y levantarnos.
Creí que toda esperanza se había evaporado, que era una broma de mal gusto; pero en eso es en lo que vivimos últimamente.
Tengo pruebas para vosotros. Pruebas que delatan la cantidad de engaños en los que nos escondemos, o mejor dicho, en los que nos esconden.
Yo no soy nadie, y este blog no es más que el pozo en el que entierro mis pensamientos, esperando a que alguien saque el cubo lleno de agua, rescatando así mis ideales.
Pueblo. Pueblo es lo que somos. Todos. Políticos, empresarios, trabajadores, profesores, bibliotecarios, psiquiatras y psicólogos, taxistas, parados, cocineros, humoristas, periodistas, policías, jueces, presidentes del gobierno.
¿No nos hemos dado cuenta todavía de que las estrellas que nos cuelgan en la chaqueta del traje son adornos? Esas estrellas están pintadas a mano por los niños de preescolar; y ese es el valor que tienen, o quizá ninguno.
Nos estamos pudriendo.
Como sanguijuelas sin corazón, y nadie hace nada.
Pasado.
Teníamos nuestros defectos, es cierto, todo el mundo los tiene. Y aún así me haces falta. Abrazándome, consolándome, demostrándome que estás conmigo, que el amor es cierto, que de verdad alguna vez me quisiste.
Dime que fue verdad, que no lo soñé, que era real. Que los abrazos eran sinceros, que aquellos besos eran de verdad. Dime que no era mentira, dime que de verdad esas promesas eran ciertas. Que pasaríamos la vida juntos, que nos quereríamos siempre, que siempre nos apoyaríamos.
Me lo prometiste, te miré a los ojos y me lo prometiste.
Ahora ni siquiera me puedo deprimir. No tengo tiempo, ni ganas. Quién quiere deprimirse.
Me dejaste sola, y me prometiste que nunca más me dejarías sola. Dijiste que nunca más me volvería a pasar, que nunca estaría yo sola contra el mundo, y mírame aquí, engañándome a mí misma...
Escribiendo un montón de palabras, rezando para que alguien se moleste en leerlas, pero nadie lo hará. Ni siquiera yo querré volver a leer esto nunca más.
Te echo mucho de menos. Es como si me estuviesen arrancando el corazón. No puedo olvidarme de ti. Cada película, cada lugar, cada pensamiento, cada canción, todo está relacionado a ti. Eres tú, dentro de mí. Y no consigo borrarte como si nunca hubieras existido.
No puedo dejar de repetir que eres un imbécil, un maldito imbécil al que amo. Más que a mi vida, al que como muy bien te dije más de una vez, iba a seguir queriendo igual, pasase lo que pasase. Así es. Me has dejado, con el corazón destrozado, y no he sido capaz de perdonarte. Ahora estoy sola, como me prometiste que no estaría jamás.
Y aquí estoy, repitiéndome una y otra vez, que me mentiste. Y yo confié en ti, te quise, te quiero y te querré.. Porque eres el puto amor de mi vida, y jamás podré olvidar tus miradas de imbécil cuando te quedabas embobado mirándome por la mañana, cómo sonreías feliz al verme reír como una idiota. Nunca, jamás, podré olvidarte.
martes, 1 de julio de 2014
Arder entre pesadillas.
Fuego.
Por todas partes.
No recordaba la última vez que se había enfrentado a una situación semejante.
Nada se podía comparar.
Ninguna película de acción, ningún videojuego de rol, ninguna estupidez que hubiese podido hacer hasta el momento.
Ni siquiera había tenido una pesadilla parecida.
Jamás.
domingo, 15 de junio de 2014
Amoríos surrealistas.
martes, 25 de marzo de 2014
Nunca demasiado pronto.
lunes, 24 de marzo de 2014
Escribir.
sábado, 1 de marzo de 2014
Impulsos.
sábado, 8 de febrero de 2014
Sábado, 08 de febrero de 2014.
Criticas los comienzos de un país corrupto, que ya desde el inicio tuvo malos ingredientes para cocinar una democracia decente.
Destapas malos rollos entre los dirigentes de este barco directo al fondo del mar; dirigentes que acapararán los botes salvavidas antes de darnos cuenta.
Sigues con la historia económica que hay detrás del telón de los intereses políticos y descubres que no es más que una pantalla de humo.
Comentas los desórdenes éticos y morales de algún que otro monarca que no sabe retirarse cuando debe, al estilo de Alfonso XIII.
Disfrutas de unas risas a la espalda de un par de irrespetables torpes que iban para monos y se quedaron en cerdos sin escrúpulos.
Sigues con una distracción televisiva a media tarde.
Empiezas el desorden cerebral con una alusión a actrices recién salidas del horno.
Mencionas la calidad de las películas americanas marcadas por un mismo patrón.
Confirmas el aburrimiento incluyendo temas paralelos en dicha trama, porque en el fondo ya te sabes el final de la historia.
Te diviertes sacando los trapos sucios de algún actor que acabe de aparecer en pantalla.
Cambias de canal y con ello de tema artístico.
¿Habrá algún partido hoy o habrán decidido pasear esos millones por su zona residencial?
Vuelves a pensar en tu tiempo y en cómo ocuparlo.
Podrías disfrutar de un nuevo debate sacando el tema adecuado.
Barajas la posibilidad de perder un par de neuronas visualizando juegos comecocos en tu teléfono de última generación.
Piensas en la diversión que te podría proporcionar leer algún libro novedoso para recuperar viejas costumbres.
Acabas malgastando tu saliva en agradables charlas con familiares cultos que te enseñarán vida entre otras cosas.
Terminas el paseo.
Vuelves a casa dejando el maravilloso ambiente atrás, quemándose en la chimenea con aquellos viejos periódicos.
Asumes que siempre existe la posibilidad de regresar.
Decides hacerlo pronto, hacía tiempo que no aprovechabas la compañía sociable.
Compruebas que no estás del todo perdido en este mar tan fogoso, lleno de verdades mentirosas sobre temas que no te incumben en absoluto.
Tomas la liberación de buscar información sobre el mundo literario y profundo humano, al que quieres pertenecer.
Aprendes.