lunes, 28 de julio de 2014

Vida.

Cuenta la leyenda, que hace no demasiado tiempo se inventó una nueva forma de evitar el mundo irreal.
La llamaron verdad.

Destacaron en ella la forma de ver el lado "objetivo" de las cosas, esa parte "imparcial" del mundo, esa estupidez impotente. Perjuraron y prometieron que era la forma original, la real, la correcta, de ver el universo tal y como es. Entonces crearon todo un sistema alrededor de esa teoria -porque eso es lo que es, una teoría- desarrollando un montón de errores encadenados cual efecto mariposa a esa tremenda incomodidad que consiste en clasificarlo todo. Fallaron intentando identificar absolutamente todo lo que les rodeaba, porque el truco no está en vivir en el caos -en el cual tal vez, y solo tal vez, se viviría de verdad-, el truco está en conocer todo lo conocible, en aprender todo lo aprendible, en equivocarse todo lo equivocable, en disfrutar todo lo disfrutable, en vivir todo lo vivible. Vivimos desde entonces en una repisa, en la repisa del típico edificio de quinientas plantas sin ascensor, en el que no nos adentramos porque creemos que ya lo hemos visto todo desde fuera; cuando lo que vemos es la fachada, no conocemos el interior, nos da miedo, pavor, vergüenza o simplemente pereza.

¿Qué mierda es eso?

Tirémonos del edificio, abramos el paracaídas demasiado tarde y estrellémonos contra el asfalto. O rompamos una ventana con el codo y allanemos una morada ajena como si en ello nos fuese la vida. O gritemos por ayuda si lo nuestro es esperar a que otros hagan lo que a nosotros nos corresponde. Atrapados, llevamos siglos atrapados, probablemente llevamos en esta jaula más años de los que llevamos contados, llevamos llevamos. Renacemos día a día, el mundo es algo nuevo siempre para alguien, siempre.

Anoche

Anoche vi toda la vida de un erizo pasar, vi el cielo azul a lo largo de todo el día, me ardieron las piernas como si al día siguiente le apeteciese recordar la calor del día anterior.
Anoche descubrí emociones que creía que no podría volver a recuperar, soñé de nuevo con la vida, con aquello que puedes recuperar después de todo, con esa dichosa esperanza que siempre remueve lo irremovible.

Descubrimos la vida día a día, eso es lo que hacemos, vivir: equivocarnos, sufrir, llorar, reír, divertirnos, amar, odiar, caernos, levantarnos. Es lo que somos y es lo que hacemos. Es lo que siempre fuimos y lo que siempre seremos.

Y se atreven a intentar clasificarlo.

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