Muchas son las sensaciones sobre las que una escribe.
El escribir es perfecto para contar historias, desatar la
imaginación, desahogar pensamientos con palabras aleatorias, u olvidarse del
mundo exterior.
Sin embargo, parece sencillo imaginar lo que cada uno haría
en ciertas situaciones: cómo reaccionar ante una infidelidad, perder a algún
abuelo, vivir en un hogar sin amor, la recaída en las drogas, la impulsividad
agresiva incontrolable…
Uno, por mucha imaginación que tenga, nunca puede saber cómo
reaccionaría; puede imaginarlo, inventar lo que en su cabeza ocurriría, o decir
de lo que se ve capaz, pero para nada, nada, se puede saber qué pasará.
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