miércoles, 2 de julio de 2014

Queridos escribientes.

Nos han despojado de nuestra más hermosa fe.
Han arrojado al vacío nuestro bastón esperanzado.
Ya no tenemos en qué apoyarnos socialmente.
Estamos solos.
Solos en el abismo, en una caída que nunca termina.
Desearía que cayésemos de una vez, para sobrevivir y levantarnos.
Creí que toda esperanza se había evaporado, que era una broma de mal gusto; pero en eso es en lo que vivimos últimamente.
Tengo pruebas para vosotros. Pruebas que delatan la cantidad de engaños en los que nos escondemos, o mejor dicho, en los que nos esconden.
Yo no soy nadie, y este blog no es más que el pozo en el que entierro mis pensamientos, esperando a que alguien saque el cubo lleno de agua, rescatando así mis ideales.
Pueblo. Pueblo es lo que somos. Todos. Políticos, empresarios, trabajadores, profesores, bibliotecarios, psiquiatras y psicólogos, taxistas, parados, cocineros, humoristas, periodistas, policías, jueces, presidentes del gobierno.
¿No nos hemos dado cuenta todavía de que las estrellas que nos cuelgan en la chaqueta del traje son adornos? Esas estrellas están pintadas a mano por los niños de preescolar; y ese es el valor que tienen, o quizá ninguno.
Nos estamos pudriendo.
Como sanguijuelas sin corazón, y nadie hace nada.

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