¡Qué coño!
Levanta de ahí, arráncate la ropa encima de ese roído sofá,
escúpele a la gente de la calle desde la ventana, aleja las cortinas entre sí
tan rápido que rompas algún que otro sujeta cortinas como-se-llame, necesitas
moverte, hacer algo, saltar, correr a jugar al baloncesto, o al balonpie, o al
balonmano, o al balonrodilla, o al baloncodo, o al balonpecho, o al
balonmierda-se-me-van-la-olla-y-los-guiones.
¡Venga cojones!
Que el tiempo corre, que no se te olvide, baila, aunque lo
hagas mal, uy, pero qué digo, sobre todo si lo haces mal, porque piensas menos,
disfrutas más, da palmadas, grita, disfruta, canta, salta, mójate, repítete,
juega, sueña, di verbos aleatorios sin ningún sentido, escribe con menos
sentido todavía, deja de respirar, o hazlo demasiado rápido, vívelo todo como
si el tiempo no existiese, que corras he dicho, repítete, que te despidas del
mundo ya, ha dejado de merecer la pena que te pares a mirarlo, que si olfatear
flores, que si cagar de campo.
¡A la mierda ya, hombre y mujer!
Disfruta del tiempo que te queda, igual mañana viene un
castor y te devora, y me da igual que los castores no devoren, el que vive
debajo de la segunda capa de tu colchón sí lo hace.
¿Te he dicho ya que necesitas salir de ahí? Que saltes por
la ventana, que te tires dentro de un puto pozo, que caves un hoyo de China a
aquí en vez de aquí a China, porque es que eso es muy fácil. ¿Y si vienes
conmigo y vamos fostiados hacia dónde demonios toque ir?
Hacia delante, es un buen sitio para ir; que seguro que hay
gasolina, y ningún problema con la ortografía, allá donde vayamos seguro que me
la puedo saltar, o inventar, o plagiar, o hacer lo que me salga de los
ovarillos con ella, al igual que jugar con la gramática.
Esas palmas que no cesen, esos piezacos en el suelo, ese
bajo ensordecedor, que deje de importar todo lo demás, que si nubes, que si
vida, que si muerte que si mierda en vinagre, ¡vente conmigo!
Corramos rápido, muy rápido, grita y ríe.
¡Qué coño!
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