lunes, 25 de noviembre de 2013

Cuenta atrás.

Quince.

Y qué estamos haciendo. Olvidándonos de todo y todos. Sordos que no quieren ver.

No queremos saber la verdad, ya no es la primera vez que lo digo.

Catorce.

La verdad es la realidad. Pero cuál es la correcta, la buena, ¿la verdadera?, ¿la real?

No podemos saberlo, quizá no lo sepamos nunca. Porque el dolor no es agradable, y el hedonismo que nos manipula es a su vez descendiente del miedo.

Trece.

Eso me han dicho, que los sueños sueños son.

No debemos olvidarnos jamás del pequeño detalle. Vivir sin preocupaciones, no implica vivir sin problemas. Las complicaciones están ahí, pueden ser divertidas, dolorosas, inolvidables o simplemente parte de nosotros.

Doce.

Si es que es ridículo. Memorizamos información que no queremos ni necesitamos, cuando somos día a día un poco menos humanos. Emociones, pensamientos, impulsos y razonamientos

no nos hacen mejores que cualquier otro. Ser mejor implica desprecio, y nadie merece desprecio. Al menos, casi nadie.

Once.

Otro término ya sería el de la justicia. Porque no son más que palabras. Lo bueno, lo malo, maldita sea, ¿para quién? ¿Quién nos ha convencido de que está bien compartir y

no ser egoístas? Parece que cae de cajón, que es obvio, pero nadie lo hace. Cada uno tiene su propio bien y su propio mal, ceñirnos a una solo visión de los mismos es estúpido e inútil.

Diez.

La libertad ya es otra cosa. Merece la pena levantarse un día, sin saber dónde uno está, qué día es o a qué lugar se está llegando tarde. Libertad es poder sonreír sinceramente sin ataduras, sin motivos, sin limitaciones. Porque

no es sano amargarse por cualquier tontería. Nunca lo será. La vida está para vivirla y siempre estará, incluso cuando nosotros ya no estemos para ella.

Nueve.

Seamos sinceros, estamos perdiendo el tiempo.

La educación está muy bien para cultura general, para conocer el mundo exterior y abrirnos los horizontes.

Los trabajos hacen que nos sintamos realizados aportando algo que quizá nadie más pueda aportar de igual manera.

Los consejos que recibimos y regalamos son siempre los mejores y los que menos sentido tienen.

Algo estamos haciendo mal.

No aprendemos prácticamente nada en las escuelas, se trata de memorizar y memorizar, para a los diez minutos de un examen demasiado sencillo, olvidarlo todo. Qué cultura general aporta eso.

No nos sentimos realizados en el trabajo. Vamos para ganar dinero, y más dinero, probablemente ni siquiera trabajemos en lo que nos gusta porque igual no nos da beneficios. Quién vive feliz viéndose obligado a ver la cara de un jefe tan amargado como uno mismo. Ya

no damos ni recibimos consejos, porque ya no queremos compartir lo que sabemos con los demás. Cómo vamos a mejorar.

Ocho.

Por eso todos y cada uno de los segundos que pasan son una lástima, una pérdida, un olvido. Perdemos el tiempo esperando frente a una pantalla a poder ver un vídeo de algo que olvidaremos. Avanzamos tecnológicamente más rápido que la luz, y nos ocultamos cada vez más en la oscuridad.

Siete.

Dónde está el compañerismo, la compasión, la ayuda al prójimo, la comprensión, el aprecio.

Seis.

Dónde está nuestra humanidad.

Cinco.

Ya no puedo mirar a los ojos a la gente desconocida que me encuentro por la calle, sólo por miedo. No sé qué es lo que quieren. No sé qué puedo hacer, cómo colaborar, cómo ayudar, cómo ser mejor persona.

Cuatro.

Quizá no estoy hecha para la sociedad. Quizá y sólo quizá soy una psicópata que tomó el camino contrario al del desprecio hacia la humanidad.

Tres.

Olvido todo lo que escribo, porque quiero ser feliz como el que más. Me levanto todos los días y me acuesto todas las noches pensando que ha sido y será un gran día. Porque siempre lo son. Porque hay que vivir cada día como si fuese el último.

Dos.

Merece la pena arriesgarse y regalar confianza.

Uno.

Humanidad. Esa que tanta falta hace. Reflexiones, estupideces, miedos, sentimientos, pensamientos, sensaciones… El tiempo corre como una cuenta atrás, nosotros también; y sólo con un poco de esfuerzo, sin mirar atrás, conseguiremos hacer algo de provecho en esta efímera vida que tanta alegría merece.

Porque lo bueno si breve, dos veces bueno.

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