Qué puedo decir. He estado soñando. Toda mi vida. Mirando a mi alrededor con los ojos más grandes que he podido regalar al mundo. No lo he visto todo, y sé que nunca lo haré. Empezar de cero sería tan maravilloso. Pero quién quiere cometer otra vez los mismos errores, aún siendo inconscientemente. Quizá ya lo hacemos, tan solo con vivir, porque quién sabe qué hay antes o después. Quizá no hay nada, o quizá lo hay todo. Y aún así tengo la sensación de que merece la pena vivir. Poder sentir la grandiosa belleza de mi alrededor. Ese dolor que me demuestra que estoy viva. Ese amor que me regala fe y esperanza en la humanidad. Esa tristeza que me hace ver la hermosura de una sola lágrima. Vivir, es sin lugar a dudas, lo más difícil, estupendo, increíble, solitario y divertido de hacer.
Un enorme
y precioso mar azul.
Una playa
cuya arena les ensuciaba los pies descalzos.
Un viento
que les impedía oírse.
Un sol
frío en un invierno maravilloso.
Quizás
había un pueblo tras ellos, quizás tan solo un enorme bosque que los amenazaba
con su futuro próximo.
Tan solo
dos figuras.
Dos
figuras eran las que desafiaban la fuerza del mar y del viento en aquel
solitario lugar.
Se
miraban, hablaban mediante sus ojos.
Podría
haber sido un final feliz.
¿Quién los
conocía?
Una pareja,
de esas te encuentras a todas horas.
¿Qué
historia tendrían detrás? ¿Quizá un reencuentro, una despedida, una
celebración, una obligación?
Cuando dos
personas no dicen nada, no expresan nada, no demuestran nada, nuestra mente
tiende a divagar entre imaginaciones absurdas hasta que manipulamos la realidad
a nuestro antojo.
Es así,
para qué engañarse.
La mayoría
de estas figurillas de porcelana que creen controlar su realidad, estas
personillas, no suelen creer en los finales felices.
Sinceramente,
yo creo que es lo único en lo que merece la pena creer.
Porque
estas figuras olvidadas en la playa de la desesperación estaban haciéndolo todo
a la vez: despedirse, reencontrarse, amarse, olvidarse…
La vida es
un increíble, terrible y maravilloso caos.
Dejemos de
autoconvencernos, no podemos controlarla, vivámosla como si todo minuto fuese
el último.
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