miércoles, 26 de junio de 2013

El truco.

La forma más curiosa de vivir es la que menos facilidades te proponga.

Escribe sobre temas prohibidos, grita en algún lugar público, regálale una caja de bombones al novio de otra, diviértete persiguiendo a la policía cuando persigue a cualquier delincuente. Ríete un rato de todo lo que se te pueda ocurrir. Tómatelo con calma, la vida es más sencilla y complicada de lo que puede parecer.

Siempre hay alguna forma de verlo todo más difícil, y más fácil, por desgracia, así que hay que darle a las perspectivas el valor que tienen. Ofrezcámosnos la felicidad que algunos se han negado a aceptar.

Se puede vivir siendo infeliz, se puede vivir siendo feliz; pero lo importante, es vivir.

domingo, 16 de junio de 2013

Manual de instrucciones para una buena receta.

El primer paso es respirar hondo. Vamos, hazlo, sólo debes relajar absolutamente todo tu cuerpo, tomar aire, y soltarlo muy lentamente. Sin forzar nada, dejando que una especie de hormigueo recorra cada parte de tu piel.
Como segundo paso está repetir el primero, pero esta vez cierra los ojos, prueba a relajarte aún más. Escúchalo todo, tu alrededor, tu mundo. No importa que no haya silencio, no importa que algún familiar grite o vea la televisión. Tú escucha, escucha el silencio inexistente.
El tercer paso es sonreír. Tal vez reír de tu propia estupidez por no saber respirar lentamente. No tiene valor ninguno el porqué lo hagas, sólo hazlo. Ríe, sonríe, demuestra felicidad, intenta sentirla, eso que algunos llaman mariposas y yo sé que son retortijones. Vamos, tienes ganas de sonreír. Pero no sirve cualquiera, debe ser sincera. Sólo estamos tú y yo; sonríe de verdad, nadie lo verá, tenemos los ojos cerrados y solo sentimos el silencio inexistente. Sonríe, maldita sea, no me obligues a ir ahí.
Repite los dos primeros pasos, sobretodo si notas que esa sensación se aleja. Es importante retenerla, mantenla a tu lado, búscala si aún no la tienes.
Una vez la consigas, el último paso es apreciarla. Recuerda cada rasgo suyo, cada sensación, cada gesto que tú hagas y su consecuencia al ser feliz. Si eres capaz de conservarla, aunque sólo sea unos segundos, tendrás el fruto de esta alocada masa informe.
Porque alcanzar un sueño es casi tan bello como soñarlo.

jueves, 13 de junio de 2013

A mi dulce realidad.

Querida, eres cruel. No sé si tienes un plan o simplemente te dejas llevar. Lo que sí conozco o creo conocer, es tu obsesión por intentar amargarme. Me he sentido sola, y sigo haciéndolo casi voluntariamente. Me emociono prácticamente por todo. Estoy enamorada de la idea de amor. Las relaciones con otra gente sólo son algo efímero, pero es tan bello ver crecer vida donde antes reinaba el brillante vacío.
Querida, me torturas. Me enfrento a todas esas fortuitas maldades que me acuchillan, pero algunas aún permanecen. Como el hecho de jurarle amor eterno a alguien que no camina a la misma velocidad que yo. Eso, mi amor, es ser malvado.
Querida, me aterrorizas. Cualquier dependencia de otro ser me aterra. Hasta existe esa gente que pretende igualar el caos que reina en mi cabeza. Amores no correspondidos que me gustaría solucionar, siendo la única solución viable manipular mi forma de ser.
Querida, deja de odiarme mientras triunfo. Almas perdidas, adultas, mayores, experimentadas, y en algún aspecto, mejores, debaten conmigo sobre la filosofía de la vida, sobre ti. Esperanza es lo que nos queda, aunque poco a poco se nos recorte más y más.
Querida, acéptame. Ni siquiera sé si puedo mirar adelante de la manera correcta. ¡Tal vez no hay que buscar la manera correcta o la errónea! Pero entonces dime, querida, por qué he de verte como a una sola; tal vez ni existas, tal vez lo único que estoy haciendo es escribir a cuatro locos del futuro que no entenderán mis palabras.
Querida, hasta luego.

viernes, 7 de junio de 2013

Amor.

Muchas son las historias de amor que se han escrito ya. Inolvidables, imposibles, increíbles, fantásticas, únicas, maravillosas e irrepetibles. Miles y miles de cuentos que una vez alguien contó, o decidió contar. Fuesen ciertas o no, siempre queda esa enorme infinita y maldita esperanza que parece acompañarnos allá donde vamos. Será por siempre y para siempre, maldita, a la vez que fantástica. Sin esperanza, el reloj no iría nunca más allá de la misma hora en la que lo miraríamos; no nos veríamos futuro, no tendríamos objetivos. Tal vez vivir sin ellos, sin metas, no sea tan sencillo como algún día quise proponerme.
Pero vivir sin esperanza es un no vivir. Yo quiero sentir, quiero vivir, quiero seguir adelante, aunque no haya camino. Quiero hacerlo, nadar mar adentro aunque lo vea todo igual, sin salida. No importa, seguir nadando es lo que importa. Hay que seguir. Siempre se sigue. Las historias se hacen al andar.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar.
Me contaron una vez la hermosa y fantástica leyenda de un amor que se perdió con el paso de los años. No hubo un principio mágico, ni extrañas miradas, ni hábiles alcahuetas; sólo un par de personas, presentadas de extraña manera, particularmente opuestas, sorprendentemente correspondidas. De un día para otro se acabaron dando cuenta de que había algo entre ellos. Vieron un futuro construido a su alrededor, vieron una vida basada en la de ambos, vieron una convivencia perfecta, vieron cómo los ojos del otro le correspondían, y todo lo demás no importó.
El amor, es así. No, no se perdió. El amor nunca se pierde. Ni se crea ni se destruye, se transforma. Para ellos evolucionó. Con el paso de los años empezaron a verse felices sonriéndose el uno al otro. No hacía falta ni sexo, ni el dinero. Tan solo esa mirada que compartieron por primera vez, y aquellas prometedoras sonrisas. Sonrisas fuertes que soportarían lo que fuese.
Es cierto lo que dicen, soñar tal vez nos aparte de la realidad; pero en sueños, nos encontramos a nosotros mismos, y en el amor, cumplimos nuestros sueños.

Cabronazo.

Hay algo a lo que yo llamo: tener cojones.
En términos exactos, sólo puedes si eres un tío. Un tío tío, no un tío que no es tío.
La cuestión es, ¿qué estás haciendo con tu vida?
No me respondas.
Que no me respondas.
Hay una mosca que me está rondando y no me gusta nada.
Por dónde iba.
Ah, sí. ¿Qué estás haciendo con tu vida, pedazo cobardica asqueroso?
Cuando naces, te pegan y lloras.
Si ahora te pegan, ¿también lloras?
Espero que no, porque es el único argumento que se me ocurre por ahora.
¡Pues si no lloras por qué te asusta tanto el mundo!
Mira, cada uno tiene que ir a lo suyo, yo voy a lo mío y aún así voy dejando corazones rotos por ahí.
Ja.
Ja.
Chistaco.
Hablando en serio, si te lo paras a pensar en serio, lo cual dudo que hagas dado el carácter de lo que estoy escribiendo, si no tienes respuesta, deberías empezar a preocuparte.
Más que nada porque sin cojones no vas a ninguna parte.
Hay que saber enfrentarse a la vida, tal y como es, no manipularla o disfrazarla.
Ir cada uno a lo suyo es bueno cuando no afectas a los demás demasiado con tu egoísmo, cabronazo, y lo sabes tan bien cómo yo.