domingo, 16 de junio de 2013

Manual de instrucciones para una buena receta.

El primer paso es respirar hondo. Vamos, hazlo, sólo debes relajar absolutamente todo tu cuerpo, tomar aire, y soltarlo muy lentamente. Sin forzar nada, dejando que una especie de hormigueo recorra cada parte de tu piel.
Como segundo paso está repetir el primero, pero esta vez cierra los ojos, prueba a relajarte aún más. Escúchalo todo, tu alrededor, tu mundo. No importa que no haya silencio, no importa que algún familiar grite o vea la televisión. Tú escucha, escucha el silencio inexistente.
El tercer paso es sonreír. Tal vez reír de tu propia estupidez por no saber respirar lentamente. No tiene valor ninguno el porqué lo hagas, sólo hazlo. Ríe, sonríe, demuestra felicidad, intenta sentirla, eso que algunos llaman mariposas y yo sé que son retortijones. Vamos, tienes ganas de sonreír. Pero no sirve cualquiera, debe ser sincera. Sólo estamos tú y yo; sonríe de verdad, nadie lo verá, tenemos los ojos cerrados y solo sentimos el silencio inexistente. Sonríe, maldita sea, no me obligues a ir ahí.
Repite los dos primeros pasos, sobretodo si notas que esa sensación se aleja. Es importante retenerla, mantenla a tu lado, búscala si aún no la tienes.
Una vez la consigas, el último paso es apreciarla. Recuerda cada rasgo suyo, cada sensación, cada gesto que tú hagas y su consecuencia al ser feliz. Si eres capaz de conservarla, aunque sólo sea unos segundos, tendrás el fruto de esta alocada masa informe.
Porque alcanzar un sueño es casi tan bello como soñarlo.

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