miércoles, 12 de diciembre de 2012

Odio.

El más puro.
Retorcido.
Amargado.
Retrasado.
Malévolo.
Malgastado.
Maltratador.
Malnacido.
Malo.
Corre por las venas, pues la vida le va en ello. Obliga a sufrir a cada célula, cada minúscula partícula, cada enana molécula. Y se ríe, como un psicópata capullo sin hijos. Su sonrisa crece con el suplicio de sus víctimas. Y sus víctimas no entienden que es lo que sucede.
Lloran.
Cobardes.
Abandonadas.
Solas ante el peligro.
Que pena me dan, las pobres.
Tristemente, no.
Todo lo malo de este mundo procede de algún lugar. Por qué pensar que sus víctimas son libres de haber torturado a otro. Probablemente hayan hecho lo mismo, y de forma peor: sin darse cuenta. Capullos gilipollas. No tenéis ninguna razón de ser. Y ahí seguís.
Ahora mismo mis lágrimas se esconden detrás de mi cerebro, allí donde nadie, salvo yo, recuerda su paradero. Así se pudran. O se transformen en lo que más sean capaces de odiar y temer. Estáis solas. Como yo. La solución es el odio, compañeras. Dejaos llevar por el dulce manto de la locura. Ella os cantará. Se reirá de vuestra tristeza. Y os volveréis psicópatas, como yo. ¿No os gusta el hermoso brillo de una hoja bien afilada? ¿No os atrae el abismo cuando miramos hacia abajo en un acantilado? ¿No se os ha ocurrido nunca lanzaros desde un alta ventana para ver si voláis?
Al fin y al cabo, hemos nacido para morir. Siempre, desde el mismo momento en el que se nos concede el milagro de la vida, en el sufrimiento de nuestra madre, estamos condenados tanto a una cadena perpetua como a muerte. A la vez. Los que inventaron el Carpe Diem como forma de vivir eran muy optimistas. Tal vez así la felicidad nos haga sonreír a la hora de nuestra muerte.
"Cuando naces, todos a tu alrededor ríen y tú lloras; vive la vida de tal forma que, cuando te mueras, todos a tu alrededor lloren y tú rías."
No soy una psicópata.
No me gusta el sufrimiento.
No me gusta el odio.
No me gusta el mal en las personas.
No me gusta la injusticia.
No me gusta el abandono.
No me gusta la soledad.
No me gusta la sociedad.
Me gusta la humildad del ser humano, y en esto me estoy convirtiendo.
¿Que la culpa la tiene la sociedad?
Muy mal. Mi infancia fue terrible y no por ello culpo de todo al colectivo.
La culpa es mía. Por dejarme llevar por la corriente.
Una corriente tan fuerte, que destroza vidas hasta alcanzar su objetivo.
Pero aún me quedan fuerzas para nadar río arriba. No sé durante cuanto tiempo.
Lo importante ahora, es que espero no ser la única que consiga alcanzar la cima, el principio del río. El comienzo del todo y de la nada.
Venid conmigo. Transformemos la corriente. Hagamos que cambie su destino.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Hobbes.

Ámote.
Coma se a vida me fose niso.
Eu sei, ademais de que non sei nada, que é real o que nós vivimos.
Ante todo, cóstame crer que existimos.
Somos tan diferentes, e tan parecidos.
Abrázome a ti todas as noites sen deixar de pensar que estás aí, que podo contar contigo.
Soño contigo.
Acórdome de ti cando vexo calquera cousa, sempre hai excusas.
Boto de menos a miña antiga infancia, si, pero terte ó meu lado e moito máis que coñecer un salvavidas.
Ámote.
E por iso, querido Hobbes, meu querido peluche, nunca xamais te deixarei só.