jueves, 30 de agosto de 2012

Oui, oui.

Andando por la calle. Sin reglas, sin normas, sin detenerte, y no al ritmo de un caracol precisamente. Ese ritmo, que no cese. Vamos, vamos. Todos sabemos ya, lo listos que somos, lo malos que somos y lo buenos que podemos ser. Venga, venga. Esa sonrisa, que se vea, ¿a qué me recuerda? A los pasos de baile que no cesan allá donde mires. Chasquea los dedos, mueve las caderas, ríete de tu cara de concentración. Ese bajo, que no deje de sonar, es el que manda. Al poder, esa cabecita que no deje de moverse; esos labios que no dejen de sonreír. Arrugas, arrugas. Nosotros mandamos. Trompetas, guitarras, teclados, cuerdas, voces. Ritmo, ritmo. ¡Uh! Seguimos caminando, amigos míos. Que no cese, este es el baile sin fin, el camino de la vida, el río que se olvidó del mar. Vamos, vamos. Nosotros podemos. El pelo que te impide ver con claridad, las lágrimas en los ojos de tanto llorar de risa. Colegas, no hace falta ni mirar por las ventanas del alma. Quién necesita mirar si puede verlo todo. Caminando sin fin, tíos. Andando, desplazándoos.

 Me gustaría dedicar con honor, firmeza y felicidad; esta feliz canción del alma, a esa mujer cuya sonrisa se le escapó a su control. Pude ver, incluso atravesando sus gafas de sol, cómo le brillaron los ojos. Me levantaría y la abrazaría, pero cuando encuentras a un ser tan nada común, la conmoción te inmoviliza. No sabes cómo actuar, y eso es lo que lamento. La habría ahogado en mis frágiles brazos para enseñarle que me encanta su forma de ver la vida. Para describir mejor lo que ocurrió, diré que, como tres macarras sin corazón, nos dedicábamos a ensuciar la calle; esta mujer, a la que intenté mirar cuando cruzó delante de nosotros, sonrió sin quererlo, con esas sonrisas que te obligan a decir  "Ouhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh". Me gustó esa pitufa escondida como malamente podía. Me gustó. Y ese escalofrío, similar al del primer amor, te recorre... a tu corazón regresa la esperanza como un potente martillo que te hace chillar:
¡EXISTES!
Te busqué, gracia mía. Hasta hoy te busqué, y no me podía creer que siguieses ahí, escondida muy hábilmente, maldita pícara. ¡Sabía que regresarías! Yo que pensaba dar a la humanidad por perdida y maltratada, ya fuese por el exceso de contacto con endemoniados seres, o por la fuerte corriente del río. Admitámoslo, esperanza de mi corazón, habías desaparecido de un día para otro sin enviar ni una triste postal. ¡Y te maldigo por ello! Pero ha sido tan agradable tu vuelta, que incluso ha merecido la pena.

Caballeras y damos, la humildad y la bondad están ahí. Busquen en el interior de sus iluminados corazones. Encuentren su verdad, su sinceridad, y con todo ello, su música interior; o como se dice comúnmente... Su felicidad.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Por favor.


Como últimas palabras no han estado nada mal, Verdad mía. ¿Sabes? Siempre pensé que eras relativa a quién te viese, pero la verdad es, que es siempre la misma esencia la que se ve, lo que varía es el ángulo de consecuencia. Eres divertida y malvada a un tiempo, mi Verdad. Me has hecho sufrir, pero siempre ha merecido la pena enseñarte la luz, para evitar más sufrimiento.
Nunca soñé con comprenderte, las cosas simplemente ocurren, no tiene porqué tener lógica. Pero hoy decidí castigarte hasta que probases a aprender la lección. De mis manos se escapó la Ira, el Odio, la Maldad, y la infinita Culpabilidad. Mi fuerza estaba mal calculada, creyendo yo que me sería imposible fallar, que te quería demasiado. Pero soy Humano, y como tal, la vista se nubló.
Te adoré, como a una diosa, como a un bello ser, como a mi ama.
...
Estás muerta. Dime quién me obligó, por dónde se han ido los culpables. Yo nunca quise. Eres quién mantiene cuerda mi esencia, quién me recuerda dónde están mis pies, el que me regala algún globo que luego explota por sorpresa; que nada es eterno... Excepto tú. Así que por qué.
No lo entiendo.
¿Será cierto que te he maltratado a lo largo de los años?
No lo sé. Ya no sé nada, porque no estás para enseñármelo. Dime, ¿es culpa mía? Lo es, ¿Verdad?
Deberías estar aquí conmigo, golpeándome por manipulador despreciable. Decidí guardarte en un cajón el día que decidí que podía vivir sin ti, que yo podía crear mi propia Realidad. Me equivoqué, y ahora es demasiado tarde para rectificar.
Errores.
No se aprende de los errores si la cometido es inrremediable.
No has sido tú, ¡he sido yo! Siempre yo, sin molestarme en escucharte, ni en comprenderte, ni en verte.
Porque no eres cualquier dios, cualquier melodía o cualquier objeto, eres la tierra por la que camino; ¿quién hará estallar el globo en el que floto ahora?
Creí evolucionar, mejorar con el tiempo, pero no he aprendido nada de mi pasado. Mírame, creando sindicatos y políticos. No sirve ninguno para nada, porque ya no estás, y no le recuerdas lo que hay, lo verdadero, lo real.
¿Por qué no vuelves? Deja de ocultarte, estoy muy seguro de que sigues escondida por ahí, ¿verdad? Sí, te has ido de paseo con tu amigo Corrupción; pero él es de fiar, ¿Verdad? Yo no confío.
Vuelve pronto, por favor. Sabes que nunca quise hacerte nada. Por favor, compréndeme. Por favor. Regresa, no todas las partes de mí son iguales. Por favor, Verdad, olvida la oscuridad en la que te encierro con cadenas cada día, olvida los sueños que Corrupción te obliga a soportar, deja de llorar por ver cómo soy un monstruo sin control. Por favor, Verdad, no me dejes. Nunca quise. Por favor.


No puedes hacerme esto.
No, no puedes. Por favor. Sabes quién soy, sabes qué es lo que merezco. Sabes que sólo quiero lo mejor para ti Humano, sabes qué es lo que eres. Sabes lo que se debe hacer, no quieres hacerme esto. Humano, olvídate de Violencia, vamos regresa conmigo.
Por favor.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Olvido.

Desde tiempos inmemoriables, mi corazón ha estado esperando, esperando el momento adecuado a sonreír por una buena causa; el momento adecuado para sentir que late por alguna razón. Ante cualquier imprevisto, parecía que mis días vivían en un contador imparable, siendo mis ojos obligados a mirar allá donde no quería ver: el final del túnel, la luz de la muerte, las estrellas caídas, los niños sin cajas.

Me gusta soñar, porque mientras lo hago puedo recordar qué es lo que vivo, lo que siento, lo que deseo. Desgraciadamente amanece demasiado pronto, y de mis sueños nunca puedo disfrutar. A veces pienso en cómo será el fin que tanto se acerca, en si será un eterno sueño...

Mis lágrimas no son saladas, mis lágrimas no son tristes, mis lágrimas solo llaman, buscan a aquel que las comprenda, que las consuele, aquel que le deje gritar, aquella que le abrace con fuerza. Sólo un hombro dónde ocultarse, un estúpido hombro inmóvil que te sujete y soporte, que te ayude a caminar, que te ayude a reír aunque esa sonrisa no sea para él o ella.

Me gustaría poder tener la seguridad de que recordaré lo que aquí describo; mis penas, mis alegrías, mis desilusiones y mis sueños. La realidad es que no lo haré, y por eso esta carta quiero que la tengas tú. Amor de mis amores, rechazo de mis ojos, abandono de mi corazón. También de ti me olvidé, pero me olvidé de conocerte. Todos los días por la mañana, todos y cada uno te veía cruzar ante mi ventana, en la que me escondo del horror interior. Tus ojos se quedaron fijos en los míos y yo sentí un cosquilleo. Tú sonreías y seguiste caminando. Yo salté por la ventana, todos los días lo hago. Te seguí, allá donde tus tacones sonaban. Apenas si llevaba yo ropa, solo un roído camisón y unos pantalones vaqueros muy gastados y despreciados. Todos los días tengo la misma ropa, porque todos los días olvido que ya no me queda nada más que vestir. Al seguirte un día, me esperabas en una pared que no vi, y me besaste sin tener en cuenta quiénes somos, quiénes fuimos o el mundo en el que vivimos. Nuestros corazones latían con velocidad asombrosa; pies descalzos, tacones altos, y las dos éramos iguales. Y tan diferentes.

Olvidé, como de costumbre, saludarte hoy por la mañana. Ya no recuerdo el día que te vi por primera vez, ya no recuerdo nada.

domingo, 19 de agosto de 2012

Piedras bajo las que esconderse.



Siento tener que apretarme el cinturón en cuanto a ideas alocadas pero, la libertad se ha fugado. Señoras y señoros, siento ser yo la que tenga que anunciarles que así es; aquello por lo que algunos luchan y que otros creen poseer, huye de nosotros, los seres más racionales de la Tierra.
Sin ir más lejos ustedes mismos al atreverse a leer esta mancillación a la cultura general, me han criticado desde su interior por formular esto como una broma. ¿De dónde habrán quitado esa estúpida idea? Yo se lo diré.
De señoros.
Porque así es, la Real Academia Española considera correcto escribir güisqui; pero podría amenazar la existencia de mi mano derecha para demostrar que en un futuro la palabra señoros, sustituirá a señores. Opino que las explicaciones carecen de valor, todos tenemos el coeficiente intelectual lo suficientemente experimentado e irracionalizado para comprenderlo.
En cuanto a independencia, libertad, derechos, deberes, constitución y un largo y estúpido etcétera; afirmaré sin miedo alguno a equivocarme que estamos viviendo una gran mentira. Todo lo que sufrimos diariamente no son más que farsas, falsedades, hipocresías, estupideces sin fundamento, injusticias por doquier. En nuestro vocabulario existen más expresiones religiosas que cualquier razonamiento impuesto por la lógica. ¿Por qué? Fácil y sencillo. Supongo que debido a esta sutileza sí tendré que explicarlo.
Seamos francos. La ilustrísima Iglesia, se ha molestado desde el comienzo de los tiempos en ser nuestra CIA particular. Manejar los trapos sucios, encauzar el río, guiar cual pastor a las pobres e ingenuas ovejillas que se han perdido en el monte. Existen muchas comparaciones y sinónimos referentes a esta situación. ¿Quién no se ha percatado? Dios.
Este Señor, al que algunos respetan e idolatran como ni a sí mismos; en el hipotético caso de su existencia pendiente de demostrar, ha sido mancillado su nombre y significado. Desde un punto de vista católico, simboliza, sin ánimo a ofender en ninguna de las letras escritas, la perfección.
Ingenuos humanillos...
Tendría que dedicarme a demostrar con fundamento todo lo que me estoy molestando en relatar pero, ¿en verdad lo vemos necesario? Yo creo que no. Dediquemos unos segundos de nuestra interminable vida a exprimirnos el cráneo para encontrar el lugar vacío y lleno de polvo en el que se encontraba en algún pasado evolucionado nuestro cerebro.
Somos unos seres sin justificar. Unos okupas del universo. Todos nosotros.
Políticos, banqueros, vagabundos, vendedores de cualquier clase, trabajadores de poca monta, escritorzuelos, músicos profesionales y ya no tanto, grandes pequeños medianos y enanos empresarios, niños, adultos, adolescentes, bebés, ancianos y robots.
Malditos desastres de la creación. Un invento. Vivimos un maldito invento. ¡Que caiga la ira de Dios sobre él!
Y el universo se calcinó.
De verdad, pequeños saltamontes, hemos de percatarnos de una vez por todas. Abramos los ojos, por favor.
Nadie sabe a ciencia cierta, todavía, de donde proviene todo lo que vemos día a día. Pero lo que sí podemos confirmar con seguridad, es todo lo que ha sido creado bajo nuestra orden y juramento.
La religión fue creada por humanos, los nombres, el idioma, la corrupción, la rebelión, los objetos cotidianos, el techo bajo el que vivir, la forma de alimentarnos.
¿Y nuestras raíces? Esos arboluchos que maltratamos cada vez más, esa naturaleza en la que nos basamos para sobrevivir desde tiempos inmemoriables; esa, se está muriendo y esas, son nuestras raíces. Nos estamos destruyendo a nosotros mismos.
No sabemos cómo comportarnos, cómo devolver la vida a la muerte sembrada por todas partes y más, cómo descubrir aquello que parece no existir sin una pisada de humano justo en medio donde se vea bien bonita, cómo creer en cualquier tipo de creencia ya que al cabo de unos siglos terminará existiendo alguien lo suficiente poderoso para volver corrupto todo el sistema; no sabemos cómo pensar.
Aquello que llamamos orden, el papeleo, las palabras pronunciadas y grabadas por desconocidos que jamás regresarán al ángulo óptico de nuestra mente, personas que nos representan como ciudadanos e igualan nuestra opinión.
Maldita falsedad. Puedo olerla, está por todas partes.
Existen muchos tipos de personas, muchas versiones y desde luego una cantidad incontable de perspectivas.
Humanuchos, qué os creéis que vais destrozando a vuestro paso todo lo que véis.
Descrubid la belleza, buscadla al menos.
La única sensación semejante a la libertad que algún día podrá cualquiera de nosotros demostrar que sintió, será el día en el que nadie en absoluto conozca nuestra existencia ni nuestro nombre sin ser previamente informados por nuestra persona.
Pero no está todo perdido. Un pequeño atisbo de esperanza brilla en los corazones de cada uno, pero es parpadeante como las estrellas y en cualquier momento puede haber muerto sin habernos dado tan siquiera tiempo ni a verlo ni a evitarlo, como la muerte de una estrella.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Luz.

¡Espléndida, fantástica, brillante y estupenda!
Así es la luz que estamos hartos de ver. Deslumbrante, bella... Indescriptible a pesar de los en exceso adjetivos. Jamás me podré olvidar de aquella oscura noche en la que creí que nunca volvería a disfrutar de aquella luminosidad tan atrayente. No fue ninguna nave alienígena, no fue ninguna farola estropeada. Aquello solo fueron mis sueños hechos realidad.

Una pequeña placa de hielo y fuego recubría un pequeño haz de luz. Luz azul. Reflejaba rojo y blanco en todas direcciones; allí, en medio de la calle, sin motivo alguno. Estaba maravillada. Mis ojos, jóvenes y crédulos no podían expresar más emociones; mis dientes, aún sin crecer del todo, estaban a la vista, pues mis labios sonreían hasta estirar la mayor parte de un pequeño e infantil rostro.

Aquella estrella flotaba delante de mí, en el agua. Había un lago, estaría destrozado por las desgracias terrenales, lleno de basura y deshechos, pero nadie había mancillado aún aquellas aguas cristalinas. Yo estaba sentada, como de costumbre, al borde; sintiendo cómo la hierba acariciaba la raíz de mi pelo y cómo los grillos cantaban un poco más allá. Muy pocas luciérnagas se veían. Yo movía los pies en el agua para dejar de sentir el frío. Mis ojos se dejaban llevar por los diferentes azules de la noche. Hasta que una estrella cayó.

Literalmente.
Pensé que era la ceremonia de despedida de algún olvidado planeta, o algo similar que nadie pudiese aprender; pero es, que lo que a mí me parecía una muerte, era una bienvenida. Al arder el hielo de la placa de su alrededor, la estrella parecía querer engrandecerse, pero era la placa de hielo, unida a la ardiente, la que impedía que explotase y transformase el lago en lo que nadie quería que fuese.

No era solo belleza. Era como una pequeña pelota informe que se balanceaba cual columpio encima del lago. Parecían dos, reflejándose en la impoluta agua. Bostecé sin quererlo, aquel balanceo era como una hipnosis, como miles de escalofríos brillantes que retorciesen mi cuerpo haciéndome cosquillas por dentro. Reí unos segundos y volví a dejarme caer, de lado, sin dejar de mirar la luz, más bella que la Luna. Entonces el sueño comenzó, y ya no se alejó; porque todas las noches, me despertaba, solo para ver la imperfecta luz que cantó para siempre.

martes, 14 de agosto de 2012

Bloc de Notas.

Querido bloc, hoy me olvidé de escribir. Me arrepiento como de no haberme levantado ayer. La vida siguió pasando y no esperó por mí como pretendía que hiciese; las cosas siguieron su curso: la gente se suicidó de todos modos, los novios se casaron, las furcias se pelearon, los políticos robaron, y los pobres se quejaron. No hubo cambios en este desgraciado y bello mundo en el que hay tantas historias, que siempre parece ser la misma.

Cuando algo es tan terriblemente cambiante, al ojo humano parece ser todo siempre semejante.
He intentado no olvidarme de ti, cuando siempre te roban y te tiran, te olvidan y crucifican. Querido bloc, ya no sé dónde encontrarte. Siempre te he contado y dibujado todas mis alegrías. Mis distantes distinciones. Mis diferencias con el mundo que se ve, mis variaciones del mundo común.

¡Ya me aburrís! Sois unos bipolares maleducados. Ni vuestros dioses os reconocerían. Solo a vosotros se os ocurre. Quién tendría ganas de ver que sus ratas de laboratorio se habían convertido en sanguijuelas devoradoras de otras sanguijuelas en unos pocos siglos. Ni siquiera hacéis eso divertido. Con lo fácil que sería enviaros a todos por el Gran Retrete. Sí, el Gran Retrete. Ese que llaman comúnmente el triángulo de las Bermudas. Que no sé porque le gustan tanto los triángulos a esos pantalones nada cómodos.

Bucad algo que hacer, y no formas de marcar con dibujitos estúpidos los sitios que pisais. Es mucho más divertido y estimulante criticaros que pertenecer a vuestro rebaño. 

martes, 7 de agosto de 2012

Muro.

Vaya, me había olvidado de ti. De tu frustración constante, de tu desesperación por desear; desear no existir. pero qué tortura tan dolorosa es el anhelarte. Nunca me gustaste, ni me gustarás jamás, porque cada vez que te busco, es mi corazón el que grita en soledad; buscando silencio, buscándote, a ti.


Porque siempre supimos que lo nuestro era imposible; y ahí estás cuando me entristezco, y ahí estás cuando mis ojos se derriten, dándome siempre razones para sufrir. Porque sabes que sólo así te desearé, que sólo así querré disfrutar de tu compañía.


Eres el eterno escondido.
Allá donde no te busco, apareces y me torturas. Con esos ojos, siempre inexpresivos, siempre faltos de todo y de todos. Tu omnipresencia no es divina, ni maligna; no es nada, porque eso es lo que tú eres: nada.

Me has hecho creer que siempre fuiste mi compañero, cuando mis actos se volvían desesperados por hacerte desaparecer.

Tu compañía no es calurosa, reconfortante ni acogedora; sino repulsiva, odiosa y cómo no, rutinaria. Provocas en mí, ganas de deslizarme como una serpiente por el camino de la vida, para no notar las rocas que me golpean.

No es a ti a quien anhelo, brujo sin corazón. Es el azul que me protege de ti cuando sonríes. Porque tu sonrisa no es de felicidad, es el indicador de una intromisión en mi pobre y débil mente, que está por llegar. Puedo escuchar tu aliento: siniestro, profundo y mortal. Eres ceniza, aquello de lo que venimos y en lo que nos convertiremos.

Pero me niego a dejarme llevar. Me niego a dejar que mi amor azul me proteja. Tú eres nada, y yo soy todo; y así es como de mi mano caminará el azul, y de la tuya el olvido, en una lucha infinita sin batallas que recordar.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Epicidad.

El bien contra el mal.
Demasiado típico.
La luz contra la oscuridad.
Demasiado típico.
Los guapos contra los feos.
Demasiado típico.
Los débiles contra los fuertes.
Demasiado típico.
Los ricos contra los pobres.
Demasiado típico.
Los graciosos contra los tristes.
Demasiado típico.
Los locos contra las cuerdas, perdón, contra los cuerdos.
Demasiado típico.

Hola. Somos los de abajo, y vamos a por los de arriba.